Emotivismo Social y Contrato Social: Ética y Política en Hume y Rousseau
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 4,78 KB
Ética y Política en Hume y Rousseau
Ética en Hume: Emotivismo Social
En la ética de Hume, el emotivismo social juega un papel fundamental, donde el sentimiento es el motor principal de la acción humana. Según Hume, el hombre se mueve por la pasión y no por la razón, la cual se limita a establecer juicios de hecho, no de valor. Las acciones humanas no son intrínsecamente buenas ni malas; el único hecho constatable es nuestro sentimiento de aprobación o rechazo hacia una acción determinada.
El sentimiento moral se nos presenta como una pasión que nos lleva a aceptar o rechazar ciertos comportamientos. Este sentimiento se educa y se desarrolla a través de la experiencia y la interacción social. Hume introduce el concepto de simpatía, un sentimiento universal que nos permite conectar con los demás y nos salva del relativismo moral. La causa de la simpatía reside en la semejanza entre las personas y actúa como un elemento altruista en las relaciones humanas, con una clara influencia en el utilitarismo posterior.
Hume critica la ética racionalista y la falacia naturalista, que pretenden derivar el "debe ser" del "ser", es decir, deducir normas morales de la naturaleza del hombre.
Política en Hume
En el ámbito político, Hume adopta una postura intermedia entre conservadores y liberales. Rechaza tanto el estado natural de guerra como la idea del contrato social y el derecho divino de los reyes a gobernar. Se opone a la tiranía y defiende una república perfecta, donde la legitimidad del poder político deriva del bien del pueblo.
Rousseau: El Contrato Social y la Voluntad General
Rousseau plantea que el paso del estado natural al estado social se produce a través del contrato social. En el estado natural, el hombre es libre, feliz y bueno, pero con el contrato social pierde la libertad y surgen las desigualdades. La sociedad, según Rousseau, es un engaño: los hombres se unen para defender a los débiles, pero en realidad solo se defienden los intereses de los ricos, lo que constituye una crítica al liberalismo. La conciencia individual queda ignorada porque el individuo, al estar sometido, no es dueño de sí mismo.
El contrato social es producto de un pacto civil que constituye la sociedad y permite salir del estado de naturaleza. Sin embargo, este pacto inicial solo favorece a los ricos y genera más desigualdad y enfrentamientos. Por ello, se hace necesario un pacto político que se realiza con consentimiento unánime. Según las degeneraciones de las sociedades, este pacto puede dar lugar a monarquías, oligarquías o democracias, que se forman en el amor propio y la desigualdad, y pueden degenerar en despotismo.
El verdadero pacto, según Rousseau, implica un regreso a la sociedad según las exigencias naturales. Esto requiere dos transformaciones:
- Transformación del individuo: a través de la educación.
- Transformación de la sociedad: a través del contrato social, donde "cada uno, al unirse a todos, no obedezca sino a sí mismo y quede tan libre como antes". De esta manera, se devuelve al hombre a su estado natural sin dejar de pertenecer a una comunidad.
No se trata de un contrato entre individuos, ni entre individuos y gobernantes, sino de un pacto entre la comunidad y el individuo. Cada asociado se une a todos y a nadie en particular. La voluntad general, que es distinta a la suma de las voluntades particulares, es la expresión del sentir de los ciudadanos en la medida en que ponen su interés en el bien común.
Las ideas de Rousseau tuvieron una gran influencia en la Revolución Francesa y en la Independencia de los Estados Unidos. Para Rousseau, el orden social es un mal necesario debido a los factores que impiden que la naturaleza humana exprese su bondad. Los cambios en la naturaleza son irreversibles. En el contrato social, el poder se cede a la voluntad general, que es la expresión del sentir de los ciudadanos, libres, responsables y educados. Las leyes no deben ser limitadoras de la libertad, sino potenciarla, promoviendo la autodeterminación del individuo.
La legitimidad de la ley se basa en dos criterios:
- Procedimental: que emane de la voluntad general.
- Objetivo: que busque el bien común.