Empirismo y Racionalismo: corrientes filosóficas del siglo XVII
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1. Empirismo: corriente filosófica del s. XVII representada por el inglés Francis Bacon (1561-1626). Afirma que cualquier conocimiento hay que probarlo mediante el método científico, a través de la observación y experimentación. No se puede dar ningún conocimiento por supuesto, hay que desconfiar y dudar de la verdad establecida y experimentarlo. Su principio es que el conocimiento es fruto de la experiencia.
2. Racionalismo: corriente filosófica del s. XVII representada por el francés René Descartes (1596-1650). La razón como único criterio aceptable de reflexión del conocimiento humano. Propone como único método para llegar a la verdad la duda metódica, que trata de cuestionarlo todo para alcanzar el conocimiento racional. Dudar de todo aquello que no esté totalmente claro. Descartes es considerado el iniciador de la filosofía moderna y fue importante para el campo científico. La razón es el método del conocimiento. Se basó en el método de la duda y demostró la existencia de un Dios bueno. Newton (1642-1727), gran genio de la historia de la ciencia, contribuyó en el campo de la física. Basándose en los principios del método científico, descubrió la descomposición de la luz en una banda de colores, reveló las leyes de la gravitación universal y explicó por qué los astros orbitaban y no chocaban.
Barroco: arte del siglo XVIII
El Barroco deriva de la palabra 'barrueco', de origen medieval, empleada para denominar las perlas irregulares e imperfectas. Se utilizó en el siglo XVIII para describir las formas artísticas exageradas y extravagantes características de las obras barrocas. Se inspiró en los modelos renacentistas, sobre todo en la obra de Miguel Ángel, y en las esculturas helenísticas. Se utilizaron materiales variados, con cierta preferencia por el mármol y el bronce. Los temas eran religiosos, mitológicos y retratos. Se caracterizaba por un desequilibrio compositivo, con preferencia por las líneas diagonales y las formas espirales. Se buscaba plasmar la realidad tal y como la perciben los sentidos, utilizando movimiento en las representaciones que no solo afectaba a las figuras, sino también a las telas o al paisaje. Tenía un dramatismo expresivo que buscaba el efectismo, en algunos casos muy exagerado y casi teatral.
Grandes proyectos urbanísticos
Se buscaba que todas las miradas se concentraran en la edificación que presidía el conjunto y que se trataba de realzar. Para lograrlo, se construyeron grandes plazas y avenidas en las que, con el fin de completar el conjunto, también se incorporaban esculturas y fuentes. Los planos presentaban formas centralizadas con dominio de la línea curva. Así, fueron típicas las arquerías y las elípticas. Había un dominio de las líneas curvas haciendo entrantes y salientes en las fachadas para lograr una mayor plasticidad visual. Los elementos decorativos fueron los clásicos, pero se interpretaron de forma más libre. De esta manera, los frontones se partían y se curvaban.
Dominio del color y realismo
El Barroco también se caracterizó por el dominio del color, ya que las tonalidades permiten dar forma y volumen a las figuras. Se buscaba un realismo o naturalismo, lo que provocó que los temas religiosos o mitológicos fueran tratados como cotidianos. Las figuras de la escena estaban en una taberna con vestimentas del siglo XVII. Las representaciones eran dinámicas, pues las figuras adoptaban posturas inestables y en movimiento. Esta escena se desarrolla en un interior con una diagonal marcada por la luz y las actitudes gestuales.
Importancia de la luz y perspectiva aérea
El Barroco también destacó por la importancia de la luz, que generaba contrastes entre las zonas iluminadas y sombreadas. En este ejemplo, ilumina los rostros y manos de los personajes en una técnica denominada tenebrismo. Además, se utilizó la perspectiva aérea, que consiste en captar la atmósfera donde se mueven las figuras para dar profundidad a las escenas. Al situar algunas figuras en primer plano, aumenta la sensación de profundidad.