Se nos muestra un puerto con un fondo nebuloso en el que, con dificultad, se distinguen los grandes barcos mercantes al fondo, con sus mástiles y las chimeneas humeantes de la fábrica del puerto. El sol, por una intensa luz naranja, se abre paso, iluminando las tranquilas aguas marinas. Acercándose al espectador, navegantes en pequeñas embarcaciones a remo.
En este cuadro, el autor se aleja de los criterios convencionales de la representación pictórica, obedeciendo a la emoción que le proporciona la contemplación de los diferentes elementos del paisaje, tanto naturales como los que dejan ver los tiempos modernos (barcos mercantes, fábricas, humo, etcétera).
Las pinceladas son brillantes y dinámicas, muy distintas entre sí, no detallan así el cielo tienen distintos trazos que las aguas, donde se superponen no aparecen sueltas. El resultado es una insinuación de un instante, dándole una sensación de objeto: la pincelada sustituye el dibujo, así que los contornos pierden entidad.
Los colores pretenden recoger el instante de una atmósfera efímera, el amanecer cambiante, son azules grisáceos y rosáceos, para la neblina y el humo. En paralelo, contrasta el naranja del sol, su reflejo lumínico en el cielo y las aguas del puerto. Recuerda la atmósfera matutina de Whistler de la vista del Támesis, cuadro conocido por nuestro autor en Londres.
La luz es la protagonista de esta obra, hace vibrar los colores y todos los elementos del paisaje cobran forma y color con la luz naciente. El color adquiere autonomía, unidad y emoción del artista, creando una nueva realidad.
La composición representa una dinámica diagonal indicada por las embarcaciones que no dan sensación de profundidad según su lejanía. Mientras, en el fondo, las andadas y desdibujadas naves mayores proporcionan verticalidad con sus mástiles, junto a sus chimeneas y la fábrica. El sol es el punto de fuga, su forma es más definida y su color es más fuerte.
El resultado es un conjunto de formas imprecisas, que abandonan el interés por el objeto, el espectador se ve comprometido a contemplar la obra, hilando alejarse para acabarlo en su retina.