Eneas y la Fundación de Roma: Un Viaje Épico desde Troya
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ACTO 1: El Canto Inaugural y el Destino de Eneas
Canto a las armas y al hombre que llegó el primero desde las orillas de Troya a las costas lavinias, prófugo por el Hado, aquel echado de las tierras por la gran fuerza de los dioses y por la ira recordada de la salvaje Juno.
Después de sufrir mucho también en la guerra, cuando fundó la ciudad y trajo los dioses al Lacio; de allí, la estirpe latina, los padres albanos y las altas murallas de Roma.
ACTO 2: La Estratagema del Caballo de Troya
Rotos por la guerra y expulsados por los Hados, los generales de los Danaos, una vez llevadas todas las armas, construyen un caballo del tamaño de un monte con el arte divino de Palas. Tejen los costados con abeto cortado y simulan una ofrenda por su retorno; ese rumor se extiende. Aquí, los escogidos de los hombres encierran los cuerpos reclutados en el costado ciego y hasta el fondo llenan las grandes cavidades y el vientre con soldados armados.
ACTO 3: La Falsa Paz y el Engaño
Nosotros pensamos que se habían ido y que con el viento se dirigían a Micenas.
Así pues, toda Troya se liberó de un largo luto. Las puertas son abiertas; complace salir y ver los campamentos dorios y los lugares desiertos y la playa abandonada. Aquí, la tropa de los Dólopes; aquí luchaba el salvaje Aquiles: este era el lugar para las naves; aquí solían entablar combate.
ACTO 4: La Entrada Fatal y la Caída de Ilión
Todos se disponen para el trabajo y ponen debajo de los pies las engañosas ruedas y colocan en el cuello cuerdas de estopa: la máquina fatal, llena de armas, escala los muros.
Los chicos y las chicas, abriéndose paso alrededor, cantan misterios y se alegran de tocar con la mano la cuerda; aquella sube y se desliza por medio de la ciudad.
¡Oh patria, oh Ilión, casa de los dioses, y murallas de los Dárdanos, ilustres por la guerra!
Cuatro veces en el propio umbral de la puerta se detuvo y cuatro veces las armas dieron sonido en la cavidad. Sin embargo, insistíamos, olvidadizos y ciegos de furor, y colocamos el infeliz monstruo en la ciudad sagrada.