La Épica Homérica: Elementos y Temas Clave en la Iliada y la Odisea

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1. La Épica

Empleo del hexámetro dactílico

  • Utilización de un dialecto literario propio, generalmente el jónico.
  • Invocación a la musa.
  • El poeta no tiene conciencia de autor, sino de transmisor de unos acontecimientos.
  • Uso de frases hechas (fórmulas épicas).
  • Repetición de versos.
  • Digresiones que se desvían de la narración principal hacia temas ajenos al argumento central del poema.

Homero

Fue el poeta más admirado en la cultura griega, hasta el punto de que en ninguna época posterior se cuestionó el valor de su obra. Aunque sus poemas no pueden adscribirse en absoluto a la categoría de textos litúrgicos, la celebración de las fiestas Panateneas en la Atenas del siglo V contaba con su recitado continuo por parte de rapsodas, y en la educación de los jóvenes griegos se incluía la memorización de la obra homérica. Esta veneración, seguramente, contribuyó a salvar los poemas de su fragmentación en los primeros siglos.

Es bastante plausible que, como en muchas obras épicas, la composición de estos poemas fuera el resultado de engarzar diversos cantos de creación y difusión oral que los aedos cantaban como episodios autónomos ante su público. Pero tradicionalmente se atribuye a Homero el genio y la originalidad de la composición y unidad de ambas obras.

Apenas existen testimonios fiables del poeta: con toda probabilidad, él mismo era un aedo que vivió y trabajó en Jonia, según se deduce del predominio del dialecto jónico en sus poemas y del conocimiento bastante preciso de la región cercana a Troya. El estudio de la lengua y las referencias de los poemas La Iliada, hacia la mitad del siglo VII, y La Odisea, cerca del fin del mismo siglo.

De hecho, las notables diferencias que presentan los dos poemas en la construcción técnica, el estilo, la lengua e, incluso, la concepción del mundo han llevado a algunos estudiosos a afirmar que, en realidad, se trata de obras de autores diferentes, aunque el responsable de la última debió conocer La Iliada.

La Oralidad en la Épica

La regularidad métrica es fundamental en la memorización de los poemas y en su transmisión oral de generación en generación. Todos los poemas épicos presentan en común:

  • Se componen y recitan de memoria, sin ayuda de la escritura.
  • Se cantan como canciones.

Precisamente, la oralidad de su difusión determina uno de los rasgos más característicos del estilo épico: los poemas homéricos se hallan salpicados de fórmulas verbales que se repiten una y otra vez para facilitar su memorización. Estas fórmulas épicas suelen ser nombres y epítetos como «Ulises», «Héctor, el de tremolante casco», «Aquiles, el de los pies ligeros», etcétera.

La Iliada

La legendaria guerra de Troya se prolongó durante diez años de combates. Sin embargo, el genio de Homero supo concentrar la acción en unas semanas del décimo año, en torno a un episodio que proporciona cohesión a las diferentes historias que se suceden en las luchas entre héroes: «La cólera de Aquiles». La obra comienza con el agravio a Aquiles del rey Agamemnón, jefe del ejército aliado contra Troya, al arrebatarle a una joven prisionera que aquel desea.

La ofensa lleva a Aquiles, el mejor y más temido de los héroes, a retirarse de la guerra, junto con su ejército de mirmidones. Como consecuencia, a pesar de singulares enfrentamientos entre héroes griegos y troyanos, y de la intervención de los dioses, la ofensiva troyana logra poner en apuros a los aliados.

Ante el empuje del principal héroe troyano, Héctor, que llega a suponer una seria amenaza para las naves aqueas, Patroclo, íntimo de Aquiles, al no conseguir que este se reincorpore a la lucha, le ruega al menos que le deje sus armas para alentar a los griegos. Cuando Héctor derrota a Patroclo, Aquiles se reconcilia con Agamemnón y se reincorpora a la lucha para vengar a su amigo.

Tras la derrota de Héctor, la furia de Aquiles se ensaña con el cadáver del troyano, pero tras la advertencia de los dioses, acepta devolverlo a su anciano padre, el rey troyano Príamo, y la obra concluye con los funerales de Patroclo y Héctor. Al final del poema, vence la compasión por encima de la sed de venganza, lo cual expresa bien la gran visión humanista de Homero.

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