Epicureísmo: Filosofía del Placer y la Serenidad

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Epicureísmo: La Filosofía del Placer y la Serenidad

Epicuro de Samos (342/1 - 271/0 a.C.) fundó en Atenas, hacia el año 306 a.C., una escuela filosófica y moral que adquirió celebridad por localizarse en un jardín y enseñar el hedonismo moral. La obra escrita de Epicuro fue extensa, pero por desgracia sólo nos han quedado algunos fragmentos, como las Cartas a Herodoto y a Meneceo, que contienen sendas síntesis de las doctrinas físicas y éticas de la escuela. La fuente de estudio más extensa y detallada del epicureísmo es el poema De Rerum Natura, del romano Lucrecio (siglo I a.C.).

El Materialismo Atomista como Fundamento

El epicureísmo adoptó como sistema físico el del atomista Demócrito, que los miembros de la escuela desarrollaron y adaptaron a sus necesidades. Éstas comprendían varios objetivos prácticos que, en lo moral, consistían en la refutación de los tres temores fundamentales que angustian al alma humana:

  • El destino, que no existe: todo es resultado del azar de los movimientos y choques de los átomos.
  • La muerte, fin absoluto de la vida humana, de modo que no hay que temer castigos ni penas en una inexistente vida de ultratumba.
  • Los dioses, que son seres materiales, aunque perfectos, por lo que viven desentendidos de las vicisitudes humanas.

El Placer como Máximo Bien

En antagonismo, tal vez deliberado, con la filosofía de Platón, la filosofía de Epicuro es el puro reverso de aquélla: la negación de la inmortalidad del alma humana y la adopción de un sistema metafísico materialista le llevan a tomar, como fin moral último y máximo bien al que la persona puede aspirar, la búsqueda del placer – una doctrina que Epicuro pudo haber tomado prestada de la escuela cirenaica, conocida por su hedonismo sin tapujos.

La Sabiduría Epicúrea: El Arte de Elegir el Placer

La verdadera sabiduría consiste en conocer la naturaleza del auténtico placer, aquél que no tiene consecuencias indeseables que hagan de su disfrute una antesala al dolor.

  • En primer lugar, se deben buscar los placeres duraderos, no los efímeros: el sabio es el que sabe elegir el placer como un estado perdurable, sin sobresaltos ni temores a su pérdida.
  • Dicha búsqueda debe basarse principalmente en la evitación del dolor. El sabio tiene la habilidad de calcular los efectos de sus acciones y prever las consecuencias dolorosas de una mala elección antes de tomarla.

Ataraxia: El Ideal de la Vida Epicúrea

El ideal moral, la verdadera sabiduría epicúrea, consiste en la ataraxia – la serenidad del alma – y la salud del cuerpo. Aun frente a las adversidades inevitables, cuando sobrevengan la enfermedad y la vejez, los sufrimientos corporales pueden verse compensados por los placeres intelectuales del alma, como los que causa el mismo saber o los que acompañan a la amistad.

El sabio epicúreo, por tanto, se caracteriza por la autosuficiencia y el autocontrol, sabe en cada momento calcular los placeres adecuados que se pueden seguir de su conducta y, además, es capaz de reducir al máximo sus necesidades para eliminar cualquier atisbo de dolor y sufrimiento.

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