Episodios Clave de la Guerra de Troya: Venganza, Juegos Fúnebres y el Robo del Paladio
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La Venganza de Aquiles y la Caída de Héctor
Aquiles, consumido por la culpa tras la muerte de Patroclo, finalmente hace las paces con Agamenón y se reincorpora a la guerra. Su madre, Tetis, le entrega una magnífica armadura forjada por el dios Hefesto. Con ella, Aquiles se lanza de nuevo a la batalla, provocando una gran matanza entre los enemigos. Al frente de sus Mirmidones, llega hasta las murallas de Troya y allí se enfrenta con Héctor, a quien da muerte. Lleno de ira, Aquiles arrastra el cuerpo de Héctor alrededor de la ciudad para que lo vean los suyos, un acto de profunda humillación.
Juegos Fúnebres en Honor a Patroclo
Desde las murallas de Troya, la madre de Héctor, Hécuba, y su esposa, Andrómaca, se lamentan desconsoladamente al presenciar lo ocurrido. Aquiles se lleva el cuerpo de Héctor al campamento griego. Durante la noche, en sueños, se le aparece Patroclo, recriminándole que aún no ha enterrado su cuerpo. Al día siguiente, los griegos preparan una pila funeraria y realizan un sacrificio de doce troyanos en honor a Patroclo. Posteriormente, celebran unos juegos fúnebres en su memoria.
Sin embargo, la furia de Aquiles no cesa. Cuando todos duermen, engancha el cuerpo de Héctor por los tobillos al carro de Patroclo y le da tres vueltas al túmulo funerario de su amigo. Este acto se repite durante doce días y doce noches más, pero el dios Apolo protege el cuerpo de Héctor para que no sufra daños, preservando su dignidad incluso en la muerte.
El Robo del Paladio: La Suerte de Troya
Tras la muerte de Héctor, se produce un periodo de relativa calma en la guerra. Aquiles pierde parte de su sed de lucha. Los griegos esperan la llegada de dos fuertes aliados para llevar a cabo un astuto plan: robar la "suerte de Troya", el Paladio. Este era una piedra negra caída del cielo con la forma de la diosa Atenea, considerada el talismán protector de la ciudad.
Ulises, con gran ingenio, se ausenta del campamento griego con el pretexto de ir a buscar a las hijas del rey Delos. Se disfraza de mendigo y se infiltra en su propio campamento, donde ni sus compañeros lo reconocen y lo expulsan tras una paliza. Los troyanos, sin saber su verdadera identidad, lo acogen, y la propia Helena lo cuida. Helena, finalmente, lo reconoce, pero no lo traiciona.
Ulises se queda en Troya durante unos días, durmiendo en los templos. La última noche la pasa en el templo de Atenea y consigue que la sacerdotisa se duerma gracias a una ampolla del sueño que le dio Helena. Aprovechando la oportunidad, coge el Paladio y en su lugar pone una invitación. Espera a que amanezca y regresa al campamento griego, donde es recibido con alegría y con un sacrificio a Zeus de diez bueyes, celebrando el éxito de su audaz misión que sellaría el destino de Troya.