Escepticismo, Dogmatismo y Relativismo: Explorando los Límites del Conocimiento
Clasificado en Filosofía y ética
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Posturas Filosóficas ante el Conocimiento y la Verdad
El Escepticismo: La Imposibilidad de la Certeza
El escepticismo afirma que no es posible alcanzar la verdad. Al descubrir las dudas del sujeto cognoscente y, sobre todo, al constatar los engaños producidos por sus sentidos al recibir los datos de la experiencia, la conclusión que se obtiene es que no es posible lograr la verdad. Todo nuestro conocimiento es, en última instancia, inútil, pues no puede alcanzar el objeto que persigue.
La duda del escéptico puede plantearse a tres niveles:
- Puede dudar de que la verdad exista.
- Puede dudar de que se la pueda conocer.
- Puede dudar de que pueda ser comunicada o dicha.
El Dogmatismo: La Confianza Absoluta en la Razón
El dogmatismo es la convicción de que la razón humana puede alcanzar el conocimiento verdadero. De hecho, esta postura es anterior al problema del conocimiento, ya que no llega a plantearse dificultad alguna, pues da por supuesto que tenemos un acceso directo a la realidad y, por tanto, a la verdad. Considera que los objetos nos son dados de manera directa. Por tanto, no hay posibilidad de error: existe una única verdad que es cognoscible. Esta posición es ajena a todo tipo de pensamiento crítico, pues no cuestiona su propio conocimiento.
El Relativismo o Subjetivismo: La Verdad Dependiente
El relativismo o subjetivismo es, en cierto modo, una consecuencia del escepticismo, pues afirma que el conocimiento depende del sujeto o grupo que conoce. Es decir, no existe un conocimiento verdadero universal, sino que hay diferencias en cuanto a qué sea la verdad y qué cosa sea verdadera, dependiendo de factores estrictamente individuales (psicológicos) o de factores sociales o históricos.
Signos y Símbolos: La Mediación en el Conocimiento
Como bien señala Cassirer, nuestras relaciones con el mundo y con las personas no son inmediatas, “cara a cara”, sino que son más bien mediatas: siempre están de por medio signos y símbolos de diferentes tipos. Existe una cierta confusión en el uso de los términos.
Para Luis Racionero, la distinción está así de clara:
“El símbolo se distingue del signo como la Cibeles del semáforo que está al lado de ella: el símbolo connota, el signo denota; el uno es abierto y evocativo, mientras que el otro es preciso y pretende no dejar lugar a dudas.”
Cuando una cruz entre dos cifras significa el “más” de la suma o adición, estamos ante un signo, propio, en este caso, del lenguaje matemático. Cuando una cruz significa la conjunción de contrarios –vertical/horizontal–, el nudo mágico que enlaza los cuatro elementos materiales, las cuatro direcciones del espacio, y un montón de cuaternarios más, estamos ante un símbolo.
Los llamados símbolos matemáticos, pues, no son más que signos, cuyo significado convencional está cuidadosamente definido, y sin cuya definición, por cierto, no podrían existir las ciencias exactas.