Escepticismo y Relativismo: Limitaciones del Conocimiento Humano
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 3,61 KB
El Escepticismo
El escepticismo filosófico cuestiona nuestros logros cognitivos al poner en duda nuestra capacidad para obtener conocimientos. El escepticismo duda de todos nuestros esfuerzos por conocer la verdad, planteando la interrogante: ¿Puedo realmente conocer algo si no puedo confirmar si mi conocimiento es certero?
Existen diversos tipos de escepticismo. El escepticismo parcial sostiene la imposibilidad de establecer conocimientos en relación con ciertos objetos, como por ejemplo, la existencia de Dios. Quienes sostienen esta postura son considerados escépticos parciales o agnósticos, ya que admiten la posibilidad de conocer con certeza otro tipo de cosas.
En contraste, el escepticismo total, en su forma más extrema, afirma que no podemos conocer con certeza nada acerca de nada. Su fundador, Pirrón de Elis (360-270 a. C.), propuso la epojé o abstención del juicio, argumentando que, al no ser posible el conocimiento, debemos evitar emitir juicios y rechazar, en la medida de lo posible, toda creencia.
Carneades (214-129 a. C.), director de la escuela platónica, desarrolló un escepticismo total moderado. Según él, no es posible un saber riguroso sobre ningún tema, ya que nunca podremos obtener una certeza absoluta de que nuestros juicios concuerden con la realidad. Siempre existirá la posibilidad del error, y lo que parece verdadero solo puede ser considerado como probablemente verdadero.
Las críticas al escepticismo son tan contundentes como sus argumentos contra la verdad. Se argumenta la existencia de verdades evidentes, obtenidas por intuición sensorial o intelectual (principio de identidad). También se acusa al escepticismo de caer en una contradicción: al afirmar que no es posible conocer nada, se presenta esta misma afirmación como un conocimiento, creando una paradoja.
El Relativismo
El relativismo epistemológico también cuestiona nuestra capacidad de conocer. Plantea que nunca podremos estar seguros de la correspondencia entre nuestro conocimiento y la realidad, ya que esta última, tal como es en sí misma, resulta inaccesible. Nuestro conocimiento siempre dependerá de nuestras creencias y de lo que decimos acerca de la realidad.
Lo único que podemos afirmar es un estado de creencias: que creemos tal o cual cosa. Cuando creemos conocer la realidad, comparamos unas creencias con otras, pero nunca con la realidad en sí misma, que permanece inaccesible. El conocimiento implica un juicio que consideramos verdadero porque lo creemos así.
La célebre afirmación de Protágoras (480-410 a. C.), «el hombre es la medida de todas las cosas», representa la formulación más clara del relativismo. Esta postura también se encuentra en filósofos contemporáneos como Foucault y Rorty.
Desde una perspectiva individual o subjetiva, algo es verdad si un ser humano lo cree. Así, una proposición puede ser verdadera para una persona y falsa para otra. De manera similar, existe el relativismo sociológico, antropológico o cultural.
Las críticas al relativismo argumentan que este invierte los términos: una verdad no lo es porque yo la crea, sino que la creo porque es verdad. Es la verdad la que provoca la creencia, y no al revés. Además, el relativismo negaría el hecho de que los seres humanos compartimos características universales, tanto fisiológicas como psicológicas, que influyen en nuestra forma de pensar. Frente al relativismo, se puede argumentar que la verdad, entendida como adecuación entre lo que se cree y la realidad, trasciende nuestras convicciones.