El Escriba Sentado: Icono del Arte Funerario Egipcio en el Louvre

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El Escriba Sentado es una de las obras más emblemáticas del arte del Antiguo Egipto, una escultura que captura la esencia de una sociedad burocratizada y el estatus de sus funcionarios más influyentes.

Ficha Técnica

  • Título: El Escriba Sentado
  • Autor: Desconocido
  • Cronología: 2480-2350 a.C. (Dinastías IV-V del Imperio Antiguo)
  • Tipología: Escultura exenta sedente de carácter funerario
  • Material: Piedra caliza policromada
  • Medidas: 54 cm
  • Estilo: Egipcio (Imperio Antiguo)
  • Localización: Museo del Louvre, París

Contexto Histórico y Social

En el Antiguo Egipto, una sociedad altamente burocratizada y centralizada, la figura del escriba alcanzó un protagonismo fundamental. Su actividad como funcionario real era básica para el desarrollo y la administración del Estado. Los escribas, encargados de anotar impuestos y tributos pagados al faraón, vieron aumentar su poder adquisitivo y, con ello, pudieron permitirse el encargo de obras de arte para su propio beneficio funerario.

Durante las dinastías IV y V del Imperio Antiguo, el faraón, que antes reservaba la gracia de la vida eterna para sí, la cedió a algunos escribas. Esta concesión impulsó la necesidad de realizar esculturas de carácter funerario para asegurar la pervivencia del alma en el más allá, siendo el Escriba Sentado un excelente ejemplo de esta práctica.

La escultura fue descubierta por el arqueólogo Auguste Mariette en la necrópolis de Saqqara, frente a la ciudad de Menfis, capital del Imperio Antiguo. Este hallazgo subraya la importancia de la figura del escriba en la élite social y religiosa de la época.

Descripción Formal

El Escriba Sentado es presentado en una posición sedente, con las piernas cruzadas, sosteniendo un papiro y un estilo, un instrumento punzante que servía para escribir sobre superficies blandas o enceradas. Viste una pieza llamada shenti, hecha de paño de lino, larga y estrecha, que se ciñe a la cintura a modo de falda y sobre la que se apoya el papiro.

El cabello, de color negro intenso, podía ser natural o una peluca, prenda corriente en Egipto. Los personajes importantes se afeitaban la cabeza y utilizaban diferentes pelucas según la ocasión, lo que denotaba su estatus social.

Sobre la tonalidad rojiza de la piel, destacan especialmente los ojos y la mirada, elementos de gran realismo y detalle. Los ojos, de color terroso y ocre, fueron elaborados con pasta vítrea. Sus componentes son:

  • Córnea: Alabastro
  • Iris: Basalto
  • Pupilas: Plata

Los párpados están sujetos con una especie de grapas de cobre. Para realzar la mirada y darle mayor expresividad, el artista resalta los pómulos y las mejillas hundidas, creando un efecto de vivacidad notable.

El cuerpo del escriba está bien proporcionado, aunque su postura es un tanto hierática, característica del arte egipcio que busca la eternidad y la solemnidad. Las manos y los pies son de gran tamaño, y destacan las uñas, un detalle que añade realismo a la figura. Resalta el dibujo del pecho y un abdomen alejado de un canon de belleza idealizado; en los brazos y piernas se marca la musculatura, mostrando un conocimiento anatómico por parte del escultor.

Por la posición erecta del torso, su simetría y su mirada elevada, la escultura presenta una verticalidad acusada, pudiendo ser enmarcada en un triángulo, lo que le confiere estabilidad y monumentalidad a pesar de su tamaño.

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