Escultura Barroca y Decoración Pictórica en Roma: Obras de Mochi, Bernini y Cesari d'Arpino

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La Verónica de Francesco Mochi: Un Hito Escultórico en la Basílica de San Pedro

En 1629, Francesco Mochi recibió el encargo de Gian Lorenzo Bernini para crear la escultura de La Verónica, destinada al crucero de la Basílica de San Pedro. Esta obra, considerada fundamental en su carrera, marcó un punto de inflexión en su estilo, alejándose de la influencia dominante de Bernini y adoptando un enfoque más personal y emotivo.

La escultura representa el momento en que Verónica, tras limpiar el rostro de Cristo, muestra al mundo el Santo Sudario con la imagen impresa. La figura, llena de dramatismo y expresividad, parece salir de su hornacina, avanzando hacia el espectador para conmoverlo con su gesto. Mochi utiliza una marcada diagonal en los brazos, que no solo enfatiza el movimiento, sino que también dirige la mirada hacia la cúpula, símbolo celestial.

La composición, con la cabeza ladeada y los hombros en diagonal, evidencia la influencia de Miguel Ángel, pero Mochi la reinterpreta con una nueva vitalidad y un sentido de urgencia que anticipa el Barroco.

Decoración de las Capillas en Santa María la Mayor: Un Legado Manierista y Barroco

Capilla Sixtina

La Capilla Sixtina, encargada por Sixto V, presenta una planta de cruz griega y una rica decoración pictórica dirigida por Giovanni Guerra y Cesare Nebbia. La cúpula, de composición más tradicional, muestra en las pechinas representaciones de los antepasados de Cristo, con una monumentalidad y un uso del color que recuerdan a Miguel Ángel.

Biblioteca Vaticana

La Biblioteca Vaticana, obra de Domenico Fontana bajo el mandato de Sixto V, refleja la persistente influencia de la pintura pompeyana en el arte italiano. Esta pintura, con un fuerte carácter ornamental, se utilizaba para cubrir los muros, creando un ambiente de riqueza y erudición.

Capilla Paulina

Giuseppe Cesari d'Arpino, conocido como "Il Cavaliere D'Arpino", fue un destacado pintor manierista que continuó trabajando en la tradición del siglo XVI hasta su muerte. Dirigió obras capitales como los frescos en la cúpula de la Capilla Paulina (Capilla funeraria de Paulo V) en Santa María la Mayor. Sus figuras, caracterizadas por el contrapposto y la monumentalidad, muestran una clara conexión con Miguel Ángel, aunque con una deformación del canon en la que la cabeza es más grande que el cuerpo.

En las bóvedas, aunque todavía ordenadas y con reminiscencias renacentistas, se introduce una mayor libertad compositiva mediante el uso de nubes y contrastes lumínicos. La luz dorada del fondo celestial contrasta con los primeros planos, creando un efecto de profundidad y dramatismo que se aleja de la luz clara y uniforme del Renacimiento.

Cesari d'Arpino también trabajó en la cúpula de San Pedro, realizando mosaicos con representaciones de apóstoles, santos, papas y ángeles portando los símbolos de la Pasión. Estas figuras se enmarcan en casetones geométricos, siguiendo la tradición de la bóveda dividida en gajos. En las pechinas, se representan los evangelistas, pilares fundamentales de la doctrina cristiana.

Sala de los Horacios y Curiacios en el Palacio de los Conservadores

Otro encargo importante de Cesari d'Arpino fue la decoración de la Gran Sala del Palacio de los Conservadores (Sala de los Horacios y Curiacios, 1595-1613), iniciada por Miguel Ángel. Esta sala, dedicada a la fundación y origen de Roma, representa la lucha entre los Horacios y los Curiacios, un episodio clave en la historia temprana de la ciudad.

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