Escultura Barroca Italiana: Características Clave y la Genialidad de Gian Lorenzo Bernini
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La Escultura Barroca Italiana: Dramatismo y Exuberancia
El Barroco italiano, desarrollado entre finales del siglo XVI y mediados del XVIII, se caracterizó por su dramatismo, exuberancia y dinamismo en todas las formas de arte. Tras el Manierismo, los escultores comenzaron a introducir novedades en sus obras para impactar al espectador mediante contrastes, iluminación intensa y representaciones realistas de la figura humana. Fue un período de gran patrocinio eclesiástico y aristocrático, con obras encargadas para embellecer iglesias, palacios y villas.
Características Principales de la Escultura Barroca Italiana
- El interés por expresar el movimiento, reflejado en el tratamiento de los ropajes. Las figuras forman diagonales y se representan en escorzo para acentuar el dinamismo.
- Acentuación de los juegos de luces y sombras.
- Sentido de la teatralidad (esculturas concebidas dentro de un marco escenográfico).
- Las expresiones humanas se plasman con dramatismo.
- Desarrollo del gusto por el desnudo.
- Representación de diversos temas: religiosos, mitológicos, retratos.
Gian Lorenzo Bernini: El Genio de la Escultura Barroca
El verdadero auge de la escultura barroca se alcanzó con la figura de Gian Lorenzo Bernini.
Bernini consideraba la escultura como su verdadera vocación. Su estilo se caracteriza por el dramatismo y la plasmación de emociones intensas, el gusto por captar el instante, el movimiento, el realismo y el detallismo a la hora de representar la anatomía, los rostros, la piel y los ropajes.
Fases de la Obra Escultórica de Bernini
- Primeras obras (1615-1617): Entre 1615 y 1617 datan sus primeras obras, como La cabra Amaltea con el niño Júpiter y San Lorenzo. A pesar de su dependencia manierista, poseen una libertad, energía y perfección que superan a las esculturas de sus coetáneos.
- Nueva etapa (1618-1624): Entre 1618 y 1624 inicia una nueva etapa con obras como El rapto de Proserpina, El David o Apolo y Dafne. A pesar de inspirarse en la línea serpentinata, la fuerza de sus obras revela la personalidad inconfundible de Bernini.
- Sensibilidad del siglo XVII (a partir de 1624): A partir de 1624 empieza la serie de estatuas como Santa Bibiana o San Longino, que expresan la nueva sensibilidad del siglo XVII, donde los ropajes y las cortinas provocan intensos juegos de luces y sombras.
- Retorno al clasicismo (a partir de 1630): A partir de 1630 vuelve a un cierto clasicismo, visible en obras como La tumba de la condesa Matilde o el Busto de Medusa.
- Madurez y obras personales (1640-1650): Entre 1640 y 1650 alcanzó su madurez y desarrolló las obras más personales de su trayectoria, incluyendo el Sepulcro de Urbano VIII o El éxtasis de Santa Teresa.
- Figuras alargadas y ropajes (a partir de 1660): Finalmente, a partir de 1660, sus figuras se vuelven más alargadas y los pronunciados y delicados ropajes que las envuelven adquieren una gran plasticidad, como se observa en Daniel o María Magdalena.