Escultura Griega Arcaica: Orígenes, Características e Influencia Egipcia en Kuroi y Korai

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La Escultura Griega Arcaica: Orígenes e Influencias

Las primeras manifestaciones escultóricas griegas aparecen en el siglo VIII a.C. Se trata de pequeñas figuras de carácter votivo o religioso. También encontramos esculturas de madera llamadas xoana, que servían como imágenes de culto.

Sin embargo, la gran escultura pétrea aparece a mediados del siglo VII a.C. y recibe profundas influencias del arte egipcio. Esta influencia se percibe en la técnica de trabajo, consistente en dibujar los contornos de la figura en las caras de un bloque de piedra para ir cincelándolas después hacia dentro, lo que da lugar a la llamada estatua-bloque. También se aprecia en el propio concepto de la figura humana: monumental, hierática, sin movimiento y con un tratamiento geométrico de su anatomía.

Las obras más representativas de este periodo son los llamados kuroi (plural de la palabra kuros, que significa joven) y korai (equivalente femenino en plural, cuyo singular es koré).

Los Kuroi: Jóvenes Atletas y Figuras Votivas

Estas esculturas fueron, en principio, identificadas con el dios Apolo. Sin embargo, actualmente se cree que representan a jóvenes muertos prematuramente o atletas victoriosos, cuyas estatuas estaban dedicadas a un dios. Son figuras colosales, como las esculturas egipcias, y sus dimensiones superan las del cuerpo humano (algunos miden más de 3 m).

El kuros se representa desnudo, ancho de hombros y de cintura estrecha, posando frontalmente en perfecta inmovilidad, con una pierna ligeramente adelantada. Tiene los brazos pegados al cuerpo con los puños generalmente cerrados. Esta postura, de avance ritual, es característica de la escultura egipcia.

En el rostro, los ojos son prominentes y la boca esboza la llamada sonrisa arcaica, que tal vez simboliza el gozo en el más allá. Llevan una larga cabellera ceñida por las sienes con una cinta. El esquematismo con que están realizadas estas obras puede apreciarse en el tratamiento de su anatomía o de la cabellera.

Un eje vertical divide el cuerpo en dos partes, destacando su casi perfecta simetría. Todas estas características —el colosalismo, el tratamiento esquemático, la frontalidad, el concepto de estatua-bloque y la inmovilidad— reflejan la profunda influencia de la estatuaria egipcia.

Son numerosísimos los kuroi conservados. Entre ellos, cabría destacar el kuros de Anavyssos (en la imagen).

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