La Escultura Griega: Características, Evolución y Maestros por Periodos
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Escultura Griega: Un Viaje por sus Características y Evolución
Características Generales
En sus primeros momentos, en el periodo arcaico, es visible la influencia egipcia y las raíces orientales. Entre las características fundamentales de la escultura griega, destacamos:
- Los escultores griegos pretenden plasmar la belleza física y el equilibrio espiritual en sus representaciones de la figura humana.
- En cuanto a la expresión, los escultores no buscan una representación del movimiento explícito en sus primeras etapas.
- La belleza, la expresión y el movimiento se añaden progresivamente a la preocupación por el volumen.
Etapas de la Escultura Griega
Periodo Arcaico (c. 650-480 a.C.)
Las primeras representaciones escultóricas que conocemos del arte griego son los kuroi (atletas desnudos) y las korai (mujeres vestidas). Mantienen muchos de los rasgos orientales, como la rigidez de las extremidades, ojos almendrados, pelo ordenado geométricamente y expresión hierática. A lo largo de un siglo, los escultores aprenden a conquistar diversas posturas y a plasmar la sonrisa en el rostro humano; el movimiento comienza a hacer presencia, a pesar de mantener la ley de frontalidad; un leve esbozo de músculos bajo la piel inicia el estudio anatómico del hombre. Observamos ya la expresión sonriente en algunas figuras (la «sonrisa egineta») y expresiones de dolor y tristeza.
Periodo Clásico (c. 480-323 a.C.)
El siglo V es el momento de máximo esplendor en la escultura griega. Se habían agotado las posibilidades de representar la belleza ideal. Se pasa ahora a poner mayor interés en la expresión de los sentimientos. Mirón consigue en el Discóbolo captar el movimiento en el momento de máximo desequilibrio del cuerpo humano. Fidias expresa la belleza serena en los rostros, la flexibilidad y la transparencia en las vestiduras, y la combinación de equilibrio y movimiento. Policleto es un excelente analista de la figura humana, tal como lo vemos en su Doríforo. Lo plantea en posición frontal que permite contemplar un cuerpo de proporciones matemáticamente estudiadas, de vigorosa musculatura y con una función diferenciada en ambas piernas. Las esculturas de Lisipo anuncian un cambio en los ideales de Policleto. Praxíteles plantea un estilo original en su serie de Apolos, de cuerpo blando, con la cadera curvada, el brazo apoyado indolentemente y expresión de nostalgia en el rostro.
Periodo Helenístico (c. 323-31 a.C.)
El helenismo en escultura es un movimiento paralelo al cambio político que se da en Grecia en aquellos momentos. Es la época de los grandes conjuntos monumentales, como el Altar de Pérgamo o el Coloso de Rodas. Se inicia una etapa en la que se abandona el idealismo en pro del realismo. Las posturas pasan de ser armónicas y serenas a plantear desequilibrios en los cuerpos retorcidos y expresiones dramáticas en los rostros. El centro de la cultura ya no solo es Atenas. Pérgamo, Rodas y Alejandría se erigen como centros que a su vez crean escuelas. Se pierde así la unidad de estilo de épocas anteriores. Aunque se recuerda todavía el ideal de armonía clásico —la Venus de Milo—, se llevan a cabo formas barrocas caracterizadas por el movimiento y la tensión —la Victoria de Samotracia— que muestran en los pliegues arremolinados de las ropas y en la postura elástica de las figuras una enorme diferencia con las etapas clásicas.