La Esencia del Cine: Fusión de Imagen Lumière y Narrativa Griffith
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La Doble Raíz del Cine: Fusión de Lumière y Griffith
El cine, tal como lo hemos entendido durante un siglo, es la mezcla de, al menos, dos íntegros y completos proyectos culturales acoplados en un único proceso de doble capa:
- Por un lado, la Imagen Lumière (1895), surgida de una tradición centenaria de imágenes móviles (desde las sombromanías y mutoscopías hasta las fantasmagorías y los pandioramas) y cristalizada en el registro maquinal de fotofonografías vivientes (como forma textual) y el álbum/sesión (audio)visual (como práctica social). Su raíz no es la “cinescopía” (ver el movimiento, etimología que adoptan los Lumière) sino la “bioscopía” (ver la vida, etimología de la denominación usada por los Skladanowsky en su “Bioskop”).
- Por otro, la Imagen Griffith (1915), surgida de una tradición milenaria de narraciones gráficas (desde las pictografías hasta las tiras cómicas) y cristalizada en el relato y espectáculo (audio)visual (como forma textual) —a partir de la incrustación de la ficción en la fantasía, de la trama narrativa en el escenario teatral— y de la película comercial (como práctica social).
El Cine-Drama: Registro, Espectáculo y Relato
La historiografía del cine describe el complejo primitivo del cinematógrafo entre 1891/96 y 1913/17 como un conjunto de formas y prácticas fílmicas en porosa interacción con el resto de artes, medios y espectáculos de la época.
El «cine-drama» es esa compleja síntesis de un «espectáculo» que se da a ver/oír (muestra) y un «relato» que se da a leer (narra), a partir de la «huella fugaz e intangible» del «registro maquinal». Ahora bien, cabe advertir que el término de “drama” se toma en su sentido general referido a cualquier contenido o género (tragedia, comedia, sátira...) y original: es en la época griega cuando se funden esos dos aspectos (lo mostrativo y lo narrativo), construyendo el nacimiento mitográfico del teatro (“theatron”: “lugar para ver y oír”).
El cine es comprendido como un medio para contar y recoger argumentos, tramas, historias, que parecen estar siempre en otra parte que en el filme: en la cabeza del cineasta, en las hojas del guion, en los resúmenes de las gacetillas, en la boca del espectador…
El Valor del Cine-Drama y el Peligro de sus Trampas
Reconocer la filiación del cine-drama con sus fuentes (fílmicas y no fílmicas: fotográficas, narrativas y escénicas) es precisamente darse la posibilidad de pensar la originalidad de aquella recombinación de las fantasías y ficciones sobre fotografías.
El problema surge cuando, irreflexivamente, el Mundo del Cine oscurece u oculta dicha definición bajo ideas imprecisas o extrañas mezclas. Porque asumir el concepto y praxis del cine-drama parecía ser abrir la puerta a una sospecha o amenaza de inespecificidad, reduciendo el cine a dominio fotográfico, soporte literario, género narrativo, formato novelesco o contenedor teatral.
El sistema institucional creó y mantiene una definición y descripción conscientemente imprecisa y difusa en torno a un núcleo duro, protegido por un cinturón protector de mitos/trampas sobre el hacer y el ver películas.
Todos ellos aquí condensables y resumibles en dos grandes tópicos:
- El mito social de la “complejidad cinematográfica” del “séptimo arte” y la “enésima industria”.
- El mito textual de la “transparencia fílmica” como “norma necesaria e ineludible de toda producción”.