La Esencia y la Existencia en Tomás de Aquino: Una Reconciliación con la Creación Divina

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La Esencia y la Existencia en Tomás de Aquino

Reconciliando la Filosofía Aristotélica con la Creación Cristiana

Para Aristóteles, el mundo es eterno y está compuesto de una multiplicidad de sustancias materiales que no han sido creadas. Esto plantea un desafío para la creencia cristiana en la creación del mundo y en la existencia de seres inmateriales como Dios. Tomás de Aquino aborda esta cuestión argumentando que, además de los conceptos aristotélicos de materia, forma, acto y potencia, es necesario distinguir entre esencia y existencia en cada sustancia.

La esencia de una cosa, que corresponde a la "forma" en Aristóteles, puede ser comprendida independientemente de si esa cosa existe o no. Por ejemplo, podemos entender la esencia de un unicornio o un gato, independientemente de su existencia real. Para Tomás, la esencia existe en potencia, y todas las cosas que existen en acto son un compuesto de esencia y existencia.

Además, Tomás argumenta que la esencia, para existir, necesita ser actualizada por una sustancia que le otorgue la existencia, ya que nada puede ser causa de su propia existencia. En este sentido, todas las cosas son contingentes, es decir, no tienen en sí mismas la necesidad de existir. Su existencia proviene de una sustancia cuya esencia consiste en existir, un ser necesario: Dios.

Tomás establece una jerarquía entre los seres: los contingentes, que reciben su existencia, y el ser necesario, en el cual la esencia y la existencia se identifican. Esto implica una separación radical entre Dios y el mundo. Al no ser el mundo algo necesario, no puede ser eterno como sostenía Aristóteles.

Las Vías de Tomás de Aquino para Demostrar la Existencia de Dios

1. Vía del Motor No Movido / 2. Vía de la Causa Primera / 3. Vía del Ser Necesario / 4. Vía del Ser Perfecto / 5. Vía del Ser Inteligente

4ª. Vía del Ser Perfecto

En esta vía, Tomás afirma que en el mundo sensible encontramos cosas que poseen diferentes grados de verdad, bondad y otras perfecciones. Siguiendo a Aristóteles, Tomás considera que la causa siempre es superior al efecto. Por lo tanto, debe existir un grado máximo de perfección que sea la causa de los grados menores. Esta causa perfecta es lo que llamamos Dios.

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