El espacio interior en el poema de Josefina de la Torre

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El eclecticismo de la autora se deja ver además en la preferencia por la regularidad en la medida frente a una mayor libertad en la rima.

El tono enigmático es evidente en este poema de Josefina. Por un lado, gracias al apoyo de los versos alejandrinos; por otro lado, con la ayuda del empleo reiterativo de algunos recursos estilísticos. El espacio es una constante intrínseca en el poema, pero se trata de un espacio interior, metafísico. La autora realiza una búsqueda metafórica de su yo más íntimo por las esquinas, las paredes de su ser, tanteando, rodeando entre la oscuridad, sin hallar aquello que busca. Se trata de un espacio vacío, que pudo ser vacío y contundente como la tierra y sus frutos, o cósmico como el universo.

El carácter literario del texto es notorio. El poema viene marcado por numerosos recursos estilísticos que potencian en el poema la desconcertante y desmedida situación vital de la poesía. El paralelismo, las repeticiones, las enumeraciones y las gradaciones ascendentes confieren un carácter compacto al poema. Así, el empleo paralelístico e hiperbólico de los presentes de indicativo dispuestos siempre al inicio de los versos y en sutil crescendo: “me busco”, “rondo”, “no me encuentro”. La aliteración de la consonante r dota de especial sonoridad estos versos iniciales. El empleo del adverbio ahora, con los gerundios que insisten en la permanencia de la desazón: tanteando, esperando y con el verbo en pasado.

En el aspecto morfo-sintáctico, hay en el poema un uso destacado del estilo verbal, lo que contribuye a una marcada acción de búsqueda de sí misma. Los sustantivos son de carácter abstracto la mayoría, los cuales ayudan a Josefina a potenciar el desasosiego que le supone su mundo interior. El tipo de oración que se utiliza en el poema es simple; hay además coordinadas copulativas y dos oraciones subordinadas adjetivas. Se puede observar el uso de epítetos: “oscuras paredes”, “sordas paredes”, “torpe vacío”. Frecuentes son también las anáforas: “y”, “no”, “que”.

En cuanto al plano léxico-semántico, podemos decir que no se trata de un léxico rebuscado, sino sencillo, sin complicación; un léxico que se sitúa en un nivel estándar de la lengua; no quiere ello decir que estemos ante un texto pobre y carente de riqueza estética, pues el valor literario del texto reside en la combinación de sus elementos y en el uso abundante de las figuras retóricas, entre otros recursos. El valor connotativo del lenguaje es alto; el léxico fluye cargado de significaciones metafóricas que giran en torno a un mundo de pesadumbre, dolor, angustia, desasosiego e, incluso, misterio. Son recurrentes figuras estilísticas como la personificación, “interrogo al silencio”, “tanteando la noche”; la metáfora, “oscuras paredes”, “torpe vacío”; o el símil, “…voy como dormida en las tinieblas”.

Este poema, altamente literario, es un magnífico ejemplo de lo que significó para las letras hispánicas la figura de la canaria Josefina de la Torre. Marzo incompleto supuso un cambio más trágico en el tono de sus libros anteriores. Esta composición marca un momento especialmente dramático en la vida de la autora: su frustrada maternidad. Este hecho conduce a la poetisa a preguntarse constantemente sobre sí misma, pues la vida para ella parece que ha perdido todo sentido: le pregunta al silencio y emprende su búsqueda entre tinieblas y a ciegas; ilusoriamente creemos que a la poetisa le queda al final un hálito de esperanza, pues sigue esperando ese momento mágico que ilumine su vida, pero se trata solo de un espejismo de su sombra.

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