España en Crisis: De la Semana Trágica al Desastre de Annual (1909-1923)

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De la Semana Trágica a la Huelga Revolucionaria

A partir de 1909, varios acontecimientos aceleraron el fin del sistema de la Restauración en España. Entre ellos, se destacan las crisis en diferentes áreas políticas y territoriales, como la cuestión marroquí, la Semana Trágica de Barcelona y la crisis social y obrera.

La cuestión de Marruecos (1906-1917)

Tras el desastre de 1898, las miradas de España se dirigieron a Marruecos, que se convirtió en un objetivo colonial. Tras la Conferencia de Algeciras en 1906 y el tratado de 1912 entre Francia y España, Marruecos pasó a ser un protectorado francoespañol. España obtuvo la zona del Rif, con tribus difíciles de pacificar, y los enclaves de Río de Oro e Ifni. El interés de España era económico, principalmente en minería y ferrocarriles, mientras que el ejército, deseoso de restaurar su prestigio, vio en África una oportunidad. Los militares "africanistas", como Primo de Rivera y Franco, fueron figuras clave, y existía un enfrentamiento entre ellos y los militares "peninsulares", quienes ascendían por méritos no relacionados con la guerra. Las tribus rifeñas resistieron, y uno de los mayores enfrentamientos fue la derrota española en 1909 en el Barranco del Lobo, que resultó en más de 150 muertos y 600 heridos. Esta derrota provocó protestas populares, ya que muchos soldados pertenecían a las clases bajas, quienes se veían obligados a ir a la guerra debido a la redención por pago en metálico.

La Semana Trágica de Barcelona

El 11 de julio de 1909 comenzaron los embarques de tropas desde Barcelona sin incidentes, pero el 18 de julio surgieron protestas contra la guerra, que fueron reprimidas por la policía. Las noticias sobre las grandes bajas españolas empeoraron la situación. Las protestas, apoyadas por republicanos, socialistas y anarquistas, se transformaron en una huelga general el 26 de julio, que superó todas las expectativas y pasó a ser una protesta contra todo el sistema de la Restauración. Además de ser antimilitarista, la protesta también fue anticlerical, destruyendo edificios religiosos. La respuesta del gobierno fue declarar el estado de guerra y aplicar la represión, con varios muertos y heridos, lo que intensificó la revuelta. La falta de dirección política hizo que la violencia fuera desorganizada y, finalmente, la protesta terminó a finales de julio o principios de agosto. La posterior represión fue dura: los tribunales militares condenaron a muerte a 17 personas (de las cuales 5 fueron ejecutadas), destacando la figura de Francisco Ferrer Guardia, un pedagogo anarquista que fundó la "Escuela Moderna" y fue ejecutado a pesar de su inocencia. La injusticia de la represión y la desproporción de las condenas provocaron el descontento, lo que contribuyó a la caída del gobierno de Maura en octubre y el inicio del gobierno de Canalejas.

La crisis de 1917 y la huelga general revolucionaria

En 1917, el descontento social aumentó debido a las difíciles condiciones económicas, y Europa vivía la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. España, con un sistema político en crisis, enfrentaba un ejército descontento y una oposición política y sindical dispuesta a aprovechar la situación. El ejército, que sufría un exceso de oficiales en relación al número de soldados, estaba dividido entre los "africanistas" (que pedían ascensos por méritos de guerra) y los "peninsulares" (que pedían ascensos por antigüedad). Este conflicto generó la creación de las Juntas de Defensa, que exigieron aumentos salariales y mejoras en los ascensos. En el ámbito político, el cambio de gobierno de Dato por el conde de Romanones no resolvió la crisis, y Dato regresó al poder. Ante la clausura de las Cortes, la oposición, liderada por la Lliga Regionalista, convocó la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, donde se exigió la convocatoria de Cortes Constituyentes y la descentralización del Estado. Sin embargo, este movimiento fracasó por la falta de apoyo del ejército y la burguesía, más preocupada por la conflictividad social. Desde 1916, diversas huelgas fueron sucediéndose, lo que llevó, en marzo de 1917, al acuerdo entre UGT y CNT para exigir al gobierno el control de los precios y evitar una huelga general. Sin embargo, en agosto, durante una huelga ferroviaria en Valencia, UGT convocó la huelga general con el apoyo del PSOE, mientras que la CNT se unió en algunas regiones. La huelga incluyó reivindicaciones laborales y políticas, como el fin de la monarquía, la convocatoria de Cortes Constituyentes y el establecimiento de la República. Las áreas industriales, como Asturias, León, Vizcaya, Madrid y Barcelona, fueron los principales focos de apoyo, mientras que las zonas rurales no participaron. El gobierno optó por la represión, declaró la Ley Marcial y utilizó al ejército para sofocar las protestas, arrestando a más de 2.000 personas y dejando unos 70 muertos. Aunque la huelga fracasó, debilitó aún más al régimen, evidenciando su naturaleza represiva y su falta de diálogo.

La descomposición del sistema de la Restauración (1917-1923)

Entre 1917 y 1923, se acentuaron los problemas previos que afectaban al sistema de la Restauración: la degradación del sistema político, la gran conflictividad social y la crisis de la política colonial en Marruecos, contribuyendo a la descomposición del régimen.

El desarrollo del sistema político (1917-1923)

La estructura interna de la Restauración no mostró intención alguna de renovarse ni de introducir cambios significativos que pudieran regenerar el sistema. La división interna de los partidos dinásticos, liberal y conservador, fue uno de los principales problemas, mientras que la oposición era heterogénea y débil, incapaz de plantear un régimen alternativo. Una consecuencia de las divisiones internas en los partidos fue que a veces uno de los dos partidos no tenía mayoría parlamentaria y necesitaba el apoyo del otro para gobernar. Entre 1917 y 1923, se formaron los llamados gobiernos de concentración nacional, con ministros de ambos partidos dinásticos, como el gobierno de Maura de 1918, que incluyó también a Cambó de la Lliga Regionalista como ministro de Fomento. Sin embargo, estos gobiernos no lograron resolver la situación de desorden e inflación. El sistema de turno continuó entre 1918 y 1923, con gobiernos breves y un predominio conservador hasta 1922, destacando la clausura de las Cortes y la suspensión de las garantías constitucionales como respuesta a la falta de mayorías parlamentarias.

El ámbito económico y social

El contexto social en España, tras la Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique, fue de gran conflictividad social. La finalización de la guerra llevó a un descenso en la producción, debido a que los países contendientes volvieron a producir bienes civiles, lo que aumentó el desempleo y los precios, con lo cual los sindicatos se fortalecieron. Destacó la huelga de La Canadiense, en Barcelona, entre febrero y marzo de 1919, en la que se logró paralizar la producción eléctrica y de industrias claves. El acuerdo entre la patronal y los sindicatos permitió la readmisión de los despedidos, aumentos salariales y la jornada laboral de 8 horas, aunque el incumplimiento de algunas condiciones reavivó el conflicto. En Andalucía, el periodo entre 1918 y 1921, conocido como el "trienio bolchevique", estuvo marcado por revueltas campesinas promovidas por los anarquistas, quienes ocuparon tierras y exigieron mejoras salariales ante la miseria. La represión gubernamental, con encarcelamientos de dirigentes y la ilegalización de organizaciones obreras, acabó con las revueltas. Otro fenómeno importante fue el "pistolerismo" en Barcelona, donde la patronal contrató asesinos a sueldo para eliminar a líderes sindicales, como Salvador Seguí, e incluso creó un sindicato controlado, el Sindicato Libre. La respuesta del sindicalismo, especialmente de la CNT, fue igualmente violenta, con atentados contra la patronal y autoridades. En este contexto, Martínez Anido, gobernador civil de Barcelona, realizó una dura represión contra los sindicalistas y protegió a los pistoleros de la patronal. En 1921, el presidente del gobierno, Eduardo Dato, fue asesinado, lo que destacó en el clima de violencia.

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