España: Reformismo y Fuerzas de Oposición a inicios del siglo XX
El Reformismo Dinástico
El fracaso del primer gobierno regeneracionista
Francisco Silvela, nuevo líder conservador, convocó elecciones y mostró voluntad de renovación, iniciándose así una política reformista con proyectos de descentralización administrativa. Sin embargo, también inició una política que aumentaba los tributos sobre productos de primera necesidad y creaba nuevos impuestos. La regente otorgó de nuevo el gobierno a los liberales.
Las reformas de Maura y Canalejas
En 1902 subió al trono Alfonso XIII. En 1903, el Partido Conservador pasó a manos de Antonio Maura, y el Partido Liberal a José Canalejas. Esta regeneración política (regeneracionismo), impulsando proyectos de reforma, imposibilitó la democratización real del sistema.
En 1904, Maura se convirtió en jefe de gobierno con un espíritu renovador y reformista. Su política defendía que el régimen debía reformarse desde el gobierno; para ello, formó una nueva base social, las «masas neutras», con el fin de configurar un Estado fuerte. Maura buscó atraer hacia el régimen al nacionalismo moderado no republicano y adoptó medidas económicas para reactivar la industria. Sin embargo, la brutal represión que siguió a la revuelta de la Semana Trágica (1909) fue la causa principal de la caída del gobierno conservador.
En 1910, José Canalejas formó un gobierno liberal. Este proponía la modernización de la política, profundizó en la separación de la Iglesia y el Estado, y promulgó leyes para mejorar las condiciones laborales. Fue asesinado por un anarquista en 1912, pero la Ley de Mancomunidad que él proponía fue aprobada en 1914 con Eduardo Dato.
Las Fuerzas de Oposición
El republicanismo
El republicanismo fue la principal fuerza de oposición y experimentó una fragmentación en diversos grupos. En 1903, la Unión Republicana (liderada por Nicolás Salmerón y Alejandro Lerroux) consiguió diversos éxitos electorales. Sin embargo, en 1906, cuando Salmerón se integró en la coalición Solidaridad Catalana, el sector de Alejandro Lerroux fundó el Partido Radical (de carácter anticatalanista).
En 1909 se creó la Conjunción Republicano-Socialista, y en 1912 apareció el Partido Reformista de carácter republicano (liderado por Melquiades Álvarez), que llegó a formar parte del último gobierno constitucional en 1922.
Los nacionalismos: Cataluña y el País Vasco
En Cataluña destacó la Lliga Regionalista (liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó), que obtuvo éxitos electorales y gobernó la Mancomunidad de Cataluña entre 1914 y 1923. El catalanismo republicano fue derrotado por la Lliga hasta 1931, cuando su unión con Esquerra Republicana de Cataluña logró el triunfo en las elecciones.
En cuanto al nacionalismo vasco, las escisiones más importantes del Partido Nacionalista Vasco fueron la del grupo Aberri y la de Acción Nacionalista Vasca. El gran auge económico vasco favoreció el crecimiento del nacionalismo. A partir de 1917, el nacionalismo vasco empezó a tener una representación parlamentaria notable.
La derecha antiliberal: el Carlismo
El Carlismo mantuvo su presencia y sus bases. Cuando falleció Carlos VII fue sucedido por Jaime de Borbón. La escisión más importante se produjo a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando Juan Vázquez de Mella fundó el Partido Tradicionalista, abandonando la militancia carlista. El Partido Católico Nacional se manifestaba ajeno a las reformas del gobierno.
Desde 1917, la derecha antiliberal reclamaba la necesidad de una dictadura que impusiera el orden social. Con la llegada de la República en 1931, carlistas, integristas y tradicionalistas formaron el partido la Comunión Tradicionalista.
La oposición obrera
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tenía sólidas bases que le permitieron un crecimiento progresivo y se organizó a través de las Agrupaciones Socialistas Locales. La dirección la ejercía un Comité Nacional liderado por Pablo Iglesias.
El sindicato socialista UGT tuvo un crecimiento mayor y buscaba conseguir reformas sociales y laborales.