España en el Siglo XIX: Del Carlismo a la Primera República (1833-1874)

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La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

Bandos Enfrentados

  • Carlistas: Defendían una ideología tradicionalista y antiliberal. Sus apoyos principales eran el clero, la pequeña nobleza agraria y una amplia base social campesina, especialmente en el País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y el Maestrazgo.
  • Isabelinos (Liberales): Apoyaban los derechos al trono de Isabel II y un modelo liberal. Contaban con el respaldo de la alta nobleza, los funcionarios, la burguesía urbana y parte de la jerarquía eclesiástica.

Etapas del Conflicto

  • Primera etapa (1833-1835): Caracterizada por los triunfos carlistas y la organización de sus ejércitos bajo líderes militares eficaces como Tomás Zumalacárregui en el norte y Ramón Cabrera en el Maestrazgo.
  • Segunda fase (1836-1840): Tras la muerte de Zumalacárregui, la iniciativa pasó al bando isabelino, liderado militarmente por el general Baldomero Espartero. La guerra finalizó oficialmente con el Convenio de Vergara (1839) entre Espartero y el general carlista Maroto, aunque Cabrera resistió en el Maestrazgo hasta 1840.

La Revolución Liberal y la Construcción del Estado (1833-1843)

Tras la muerte de Fernando VII, la regencia de María Cristina se apoyó en los liberales. El gobierno inicial de Cea Bermúdez realizó la división provincial (1833), pero su inmovilismo ante la extensión carlista llevó al poder a los liberales moderados.

Martínez de la Rosa promulgó el Estatuto Real (1834), una carta otorgada que establecía unas Cortes bicamerales pero con poderes muy limitados, consideradas reformas insuficientes por los liberales progresistas.

La presión popular y militar forzó el ascenso de los progresistas al poder. Se produjo un fuerte movimiento popular, la formación de juntas revolucionarias y revueltas urbanas. El levantamiento de sargentos en La Granja (1836) obligó a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y a entregar el poder a José María Calatrava, con Juan Álvarez Mendizábal como figura clave en Hacienda.

Reformas Progresistas y la Constitución de 1837

Se procedió al desmantelamiento jurídico del Antiguo Régimen mediante una profunda reforma agraria liberal:

  • Disolución del régimen señorial.
  • Desvinculación de la propiedad (supresión de mayorazgos).
  • Desamortización de bienes eclesiásticos (principalmente por Mendizábal).

Estas medidas buscaban también el libre funcionamiento del mercado (supresión de gremios, libertad de industria y comercio).

Se elaboró la Constitución de 1837, de carácter progresista pero que intentaba ser de consenso, estableciendo la soberanía nacional, una amplia declaración de derechos y la división de poderes con dos cámaras (Congreso y Senado).

Alternancia y Regencia de Espartero

Se inició una etapa de alternancia en el poder entre moderados y progresistas. Los moderados aprobaron una restrictiva Ley de Ayuntamientos (1840) que provocó la oposición progresista y un levantamiento que llevó al exilio a María Cristina y al nombramiento del General Espartero como regente.

La Regencia de Espartero (1840-1843) se caracterizó por un fuerte autoritarismo, apoyándose en su camarilla militar (los "ayacuchos"). Su política librecambista y su dura represión del levantamiento en Barcelona (1842), donde confluyeron la burguesía industrial y las clases populares, provocaron un pronunciamiento moderado liderado por Narváez que puso fin a su regencia.

La Década Moderada (1844-1854)

Este periodo estuvo dominado por el General Narváez y el liberalismo moderado. Se estableció un régimen basado en los principios del liberalismo doctrinario (soberanía compartida Rey-Cortes, sufragio muy censitario).

Principales Realizaciones

  • Constitución de 1845: Reforzaba el poder de la Corona y restringía derechos y libertades respecto a la de 1837.
  • Concordato con la Santa Sede (1851): Reestablecía las relaciones con el Vaticano, reconocía la confesionalidad católica del Estado y garantizaba el sostenimiento del culto y clero por parte del Estado a cambio de que la Iglesia aceptara la desamortización ya realizada.
  • Institucionalización y centralización del Estado Liberal:
    • Modelo basado en el centralismo, la uniformidad y la jerarquización.
    • Reforma fiscal (Ley Mon-Santillán, 1845) para racionalizar y aumentar los ingresos del Estado.
    • Aprobación del Código Penal (1848) y unificación de leyes. Se intentó sin éxito aprobar un Código Civil.
    • Reforma de la administración pública, creando cuerpos de funcionarios.
    • Ley de Administración Local (1845) que reforzaba el control gubernamental sobre los ayuntamientos.
    • Creación de un sistema nacional de instrucción pública (culminaría con la Ley Moyano de 1857).
    • Implantación definitiva del sistema métrico decimal.
    • Creación de la Guardia Civil (1844) para el mantenimiento del orden público, especialmente en el ámbito rural.

Crisis del Régimen Moderado

El autoritarismo creciente, la corrupción y las divisiones internas llevaron a la crisis del gobierno moderado. El intento de Bravo Murillo de establecer una "dictadura tecnocrática" mediante una reforma constitucional autoritaria fracasó. El descontento culminó en la Revolución de 1854 ("Vicalvarada").

El Bienio Progresista (1854-1856)

La revolución se inició con el pronunciamiento militar en Vicálvaro (la "Vicalvarada"), liderado por el general moderado "puritano" Leopoldo O'Donnell, quien fundó la Unión Liberal. El Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo, atrajo el apoyo popular y progresista. Isabel II llamó al poder a Espartero, formando un gobierno de coalición progresista-unionista.

Reformas Económicas

Se impulsó un ambicioso plan de reformas económicas para modernizar el país:

  • Ley Desamortizadora General de Madoz (1855): Afectó a bienes del Estado, de la Iglesia (incumpliendo el Concordato) y, sobre todo, de los municipios (bienes de propios y comunes). Buscaba obtener recursos para la Hacienda y financiar infraestructuras.
  • Impulso a la construcción de la red de ferrocarriles con la Ley General de Ferrocarriles (1855), que ofrecía grandes incentivos a las empresas inversoras, muchas de ellas extranjeras.
  • Otras medidas: planes de reforestación, expansión del telégrafo, mejora de carreteras, fomento de sociedades por acciones y la banca moderna, y una nueva Ley de Minería (1859, aunque gestada en el bienio).

Conflictividad Social y Fin del Bienio

Las reformas y la difícil situación económica provocaron una intensa conflictividad social:

  • Primeras huelgas obreras importantes (como la de 1855 en Barcelona).
  • Levantamientos campesinos en Andalucía.
  • Se elaboró un proyecto de Ley de Trabajo, pionero en España, pero no llegó a aprobarse.

La creciente conflictividad social y las discrepancias dentro de la coalición gubernamental (especialmente entre Espartero y O'Donnell) llevaron a este último a dar un golpe de fuerza en julio de 1856, desplazando a Espartero y poniendo fin al Bienio Progresista.

Crisis Final del Reinado de Isabel II y Causas de la Revolución de 1868

Tras el Bienio, se sucedieron gobiernos unionistas (O'Donnell) y moderados (Narváez), caracterizados por la inestabilidad y el autoritarismo creciente. Hacia mediados de la década de 1860, confluyeron varias crisis que desembocaron en la revolución:

Crisis Económica (desde 1866)

  • Crisis financiera: Provocada por la escasa rentabilidad de las inversiones en ferrocarriles, que arrastró a bancos y sociedades de crédito, provocando una caída de la Bolsa.
  • Crisis industrial: Afectó especialmente a la industria textil algodonera catalana, debido a la interrupción del suministro de materia prima por la Guerra de Secesión estadounidense ("hambre de algodón").
  • Crisis de subsistencias: Una serie de malas cosechas provocaron la escasez de trigo, el aumento de precios de los alimentos básicos y una grave oleada de paro y malestar social.

Deterioro Político

  • El Partido Moderado, en el poder de forma casi exclusiva en los últimos años, se mostró incapaz de solucionar los problemas y recurrió a la represión (Noche de San Daniel, fusilamientos del cuartel de San Gil).
  • El Partido Progresista, liderado por el General Prim, y el Partido Demócrata optaron por el retraimiento electoral y la vía conspirativa.
  • Pacto de Ostende (1866): Firmado por progresistas y demócratas en el exilio, acordaron unir sus fuerzas para derrocar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes por sufragio universal para decidir la forma de gobierno (monarquía o república). A este pacto se adhirieron posteriormente los Unionistas (tras la muerte de O'Donnell en 1867).

La Revolución de 1868 ("La Gloriosa") y el Gobierno Provisional

En septiembre de 1868, un alzamiento militar iniciado en Cádiz por el almirante Topete, al que se unieron los generales Prim (progresista) y Serrano (unionista), dio comienzo a la revolución al grito de "¡Viva España con honra!".

Tras la derrota de las tropas leales a la reina en la Batalla de Alcolea, el gobierno dimitió y la reina Isabel II partió al exilio. El poder fue asumido inicialmente por juntas revolucionarias locales y provinciales.

Se formó un Gobierno Provisional presidido por el General Serrano (regente) y con el General Prim como presidente del Consejo de Ministros y hombre fuerte del nuevo régimen. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino (mayores de 25 años).

La Constitución de 1869 y la Regencia

Las Cortes elaboraron la Constitución de 1869, considerada la primera constitución democrática de España:

  • Establecía la soberanía nacional.
  • Incluía una amplísima declaración de derechos y libertades (manifestación, reunión, asociación, libertad de culto aunque el Estado mantenía al clero católico).
  • Confirmaba el sufragio universal masculino.
  • Establecía la monarquía parlamentaria como forma de gobierno, con una clara división de poderes y un rey con funciones limitadas.

Mientras se buscaba un rey, se estableció una Regencia encabezada por Serrano.

Intento de Renovación Económica

El Gobierno Provisional intentó reorientar la política económica con medidas de carácter librecambista:

  • Supresión de los consumos (impuesto indirecto muy impopular), aunque se restablecieron posteriormente por problemas fiscales.
  • Creación de la peseta como nueva unidad monetaria.
  • Gestión de la enorme deuda pública.
  • Intento de saneamiento de las compañías ferroviarias mediante subvenciones.
  • Aprobación de la Ley de Minas (1868), que permitió la venta o concesión a largo plazo de los yacimientos mineros a compañías, mayoritariamente extranjeras, para obtener ingresos rápidos.
  • Liberalización de los intercambios exteriores mediante la aprobación de la Ley de Bases Arancelarias (Arancel Figuerola, 1869).

El Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)

Tras una larga búsqueda por las cancillerías europeas, las Cortes eligieron rey de España a Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia Víctor Manuel II, conocido por su concepción democrática. Sin embargo, su reinado fue breve e inestable.

Su principal valedor, el General Prim, fue asesinado en Madrid días antes de su llegada a España, dejando al nuevo monarca sin su apoyo más importante.

Dificultades y Oposición

Amadeo I se enfrentó a escasos apoyos y dificultades constantes:

  • La oposición de los moderados, partidarios de la restauración borbónica en la figura de Alfonso (hijo de Isabel II), que contaban con el apoyo de la Iglesia y la élite económica (aristocracia y alta burguesía).
  • La oposición de los carlistas, que iniciaron la Tercera Guerra Carlista en 1872.
  • La oposición de los sectores republicanos (federales e unitarios) y de amplios grupos populares que aspiraban a reformas más profundas.
  • La persistencia del conflicto independentista en Cuba (Guerra de los Diez Años, 1868-1878).
  • La creciente desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas, demócratas) que lo había llevado al trono, fragmentada en múltiples grupos políticos enfrentados.

Ante la imposibilidad de gobernar y la falta de respaldo, Amadeo I renunció al cargo en febrero de 1873.

La Primera República Española (1873-1874)

Tras la abdicación de Amadeo I, las Cortes (Congreso y Senado reunidos en Asamblea Nacional) proclamaron la República el 11 de febrero de 1873. El primer presidente del Poder Ejecutivo fue Estanislao Figueras.

La República nació en un contexto de gran inestabilidad y enfrentó enormes desafíos desde el principio:

  • Aislamiento internacional (salvo EEUU y Suiza, ninguna potencia la reconoció).
  • Fuertes movilizaciones populares que exigían reformas sociales inmediatas.
  • Convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes, que fueron ganadas por los republicanos federales.

La República Democrática Federal

Las nuevas Cortes proclamaron la República Democrática Federal. Figueras dimitió y fue sustituido por Francisco Pi y Margall, principal teórico del federalismo español.

Se elaboró un proyecto de Constitución Republicana Federal de 1873 (que nunca llegó a aprobarse) que preveía la organización territorial en diecisiete estados (incluyendo Cuba y Puerto Rico), un Estado no centralista y la separación Iglesia-Estado.

Graves Problemas y Crisis

La República Federal se vio desbordada por graves problemas simultáneos:

  • La intensificación de la insurrección carlista, que llegó a controlar amplias zonas del norte y este peninsular.
  • La continuación de la guerra de Cuba.
  • La explosión del movimiento cantonalista: ciudades y regiones (Cartagena, Valencia, Sevilla, Málaga, etc.) se declararon cantones independientes, desafiando al gobierno central en nombre de un federalismo radical.

Giro Conservador y Fin de la República

La incapacidad para controlar la situación llevó a la dimisión de Pi y Margall. Le sucedió Nicolás Salmerón, quien recurrió al ejército para reprimir la insurrección cantonal, pero dimitió al negarse a firmar penas de muerte contra los líderes cantonales. Le reemplazó Emilio Castelar, representante del republicanismo unitario y conservador, quien obtuvo poderes extraordinarios de las Cortes y gobernó con un claro desplazamiento a la derecha, suspendiendo garantías constitucionales para restablecer el orden.

Cuando las Cortes se reabrieron en enero de 1874 con la intención de retirarle la confianza, el General Manuel Pavía dio un golpe de Estado disolviendo la Asamblea.

El poder pasó a una coalición de unionistas y progresistas liderada por el General Serrano, quien gobernó dictatorialmente durante casi un año intentando consolidar una república conservadora y unitaria.

Finalmente, el pronunciamiento militar del General Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre de 1874 proclamó rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II. Previamente, Alfonso había hecho público el Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas del Castillo), donde exponía un programa conciliador para una monarquía constitucional, dando inicio a la Restauración Borbónica.

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