España en el Siglo XIX: Transformación Política, Desafíos Económicos y Demográficos
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Práctica 9. Espartero
1. La Proclama de Espartero es un texto político y militar con un tono persuasivo, típico de los discursos que buscan movilizar a la población en tiempos de crisis. Se sitúa en la Regencia de Espartero (1840-1843), un periodo de gran inestabilidad en el que los progresistas intentaban afianzar su proyecto frente a la oposición moderada. El texto busca justificar la actuación de Espartero, defender el orden constitucional y llamar a la población, especialmente a los progresistas y militares, a apoyar su gobierno. Aunque pretende impactar en toda España, tiene mayor peso en ciudades como Madrid y Barcelona, donde el progresismo era más fuerte. La fecha, 10 de octubre de 1841, es clave, ya que coincide con conspiraciones y revueltas contra su gobierno.
2. Durante el reinado de Isabel II, los militares fueron protagonistas de numerosos pronunciamientos y golpes de Estado, alternando el poder entre progresistas y moderados. Generales como Espartero y Narváez dirigieron el destino político del país, utilizando el ejército tanto para cambiar gobiernos como para reprimir revueltas internas. Además, los militares participaron en conflictos externos como la Guerra de África (1859-1860) y la intervención en México (1861), reforzando el prestigio de la monarquía. Finalmente, en 1868, el pronunciamiento de Prim y Serrano puso fin al reinado de Isabel II, demostrando que el ejército seguía siendo el verdadero árbitro de la política española.
Práctica 10. La Gloriosa
1. Esta caricatura se sitúa en España, justo después de la Revolución Gloriosa de 1868. En ese momento, Isabel II había sido expulsada del trono y se encontraba en el exilio con su familia. En la imagen, se ve cómo buscan un nuevo rey, lo que refleja la inestabilidad política del país. También aparece Carlos VII, el pretendiente carlista, esperando su oportunidad para convertirse en monarca. La caricatura ironiza sobre el proceso de selección de un nuevo rey, como si fuera una oferta de empleo.
2. La expulsión de Isabel II dejó un vacío en la monarquía, por lo que el gobierno provisional tuvo que buscar un nuevo rey. Al final, en 1871, eligieron a Amadeo de Saboya, pero su reinado no duró mucho porque tuvo muchas dificultades para gobernar. Mientras tanto, los carlistas aprovecharon la situación para intentar recuperar el trono, lo que provocó la Tercera Guerra Carlista. Todo este caos político acabó llevando a la proclamación de la Primera República en 1873.
Práctica 11. Amadeo de Saboya
1. Este texto es un discurso de abdicación pronunciado por Amadeo I el 11 de febrero de 1873 en España. Está dirigido al Senado y a toda la nación. En él, Amadeo explica que renuncia al trono porque España está sumida en una constante lucha interna y no encuentra estabilidad. Él pensaba que podría traer paz y modernización, pero se da cuenta de que los propios españoles son los que agravan la situación, con enfrentamientos entre diferentes grupos políticos. Además, menciona que ha intentado gobernar siguiendo la ley, pero no ha encontrado soluciones.
2. Amadeo de Saboya fue elegido rey porque, tras la Revolución de 1868, España necesitaba un monarca que no estuviera vinculado a los Borbones ni a las guerras internas. Se pensaba que, al ser extranjero, no estaría involucrado en las disputas políticas del país. Sin embargo, su reinado fue un desastre porque no tenía apoyos suficientes: los carlistas querían a su propio rey, los republicanos estaban en contra de la monarquía y los políticos no se ponían de acuerdo. Al final, cansado de la situación, decidió abdicar y España entró en una nueva crisis que llevó a la Primera República.
Análisis Comparativo de las Desamortizaciones de Mendizábal y Madoz: Objetivos y Consecuencias
Durante el Antiguo Régimen, el principal problema en España en cuanto a agricultura era el predominio de las tierras en “manos muertas”, es decir, la gran cantidad de tierras en desuso amortizadas a la iglesia, vinculadas a la nobleza y comunales de los municipios. Tras las Cortes de Cádiz y la muerte de Fernando VII en 1833, los liberales progresistas tratarán de hacer frente a este problema.
Podemos definir desamortización como un procedimiento por el cual el Estado incauta las tierras que estaban en manos muertas, las nacionaliza y las vende en subasta pública. Por ello, no fue tanto una reforma social, sino que su carácter fue esencialmente fiscal.
La Desamortización de Mendizábal se llevó a cabo entre 1837 y 1844, iniciándose en la Regencia de María Cristina. Se trató de una desamortización eclesiástica, ya que afectó mayoritariamente al colectivo de la Iglesia. Ésta supuso una tercera parte de los ingresos de desamortizaciones y sus objetivos fueron tres: sanear la hacienda, financiar la primera guerra carlista y que los nuevos propietarios fueran nuevos adeptos para la causa liberal, para que no apoyaran a los carlistas.
La Desamortización de Madoz tuvo lugar entre 1855 y 1867, durante el Bienio Progresista, y se denomina desamortización civil o general, ya que va a afectar sobre todo a los bienes comunales. Supuso el 42 % de los ingresos de las desamortizaciones y sus objetivos eran disminuir la deuda pública y construir el ferrocarril (Espartero estaba construyendo la red de ferrocarriles en España).
La Industrialización en España
Inglaterra fue la cuna de la Revolución industrial en el siglo XVIII. Otros países de Europa como Francia, Países Bajos, Bélgica, Alemania… la vivieron en la primera mitad del siglo XIX alcanzando un notable desarrollo. Sin embargo, podemos decir que España tuvo una fallida Revolución industrial.
La industria textil catalana se convirtió en el sector pionero, industria que se originó a partir de capitales autóctonos y con el predominio de la empresa de tamaño mediano. En el siglo XIX el sector más dinámico fue el algodonero, que actuó como sector palanca de la industrialización regional. Su prosperidad se debió a 3 razones: a) la posición de ventaja con que partía b) la iniciativa empresarial de la burguesía catalana, que dedicó su capital a la innovación. c) la protección arancelaria: la producción iba orientada al mercado nacional, pero también a las colonias: Cuba y Puerto Rico. Todo ello sin la competencia inglesa.
El sector lanero quedó en segundo plano, y pasó de los centros tradicionales de Castilla para concentrarse en industrias modernas de las ciudades de Sabadell y Tarrasa (Cataluña). La proximidad a Barcelona les proporcionó ventajas como: el fácil intercambio de obreros, el aprovechamiento del desarrollo comercial en Barcelona y la facilidad para la importación de la lana y el carbón.
La siderurgia en España se consideraba un sector con dificultades. Esto se debía a la inexistencia de carbón de calidad y, sobre todo, de demanda de los productos siderúrgicos. Todo ello explica el desarrollo accidentado de la siderurgia, cuya localización fue cambiado a lo largo del siglo:
- La primera fue la etapa andaluza hasta los años 60 en torno a Málaga. Recurrieron al carbón vegetal por la falta de carbón mineral. Su apogeo se debió a las guerras carlistas.
- Entre los años sesenta y ochenta encontramos la etapa asturiana en torno a Mieres y Langreo, pero el carbón de esta zona era de mala calidad.
- A partir de 1875 surge la etapa vizcaína: la empresa más importante será “Altos Hornos de Vizcaya”, unión de 3 empresas previas. La clave del éxito estuvo en el eje comercial Bilbao-Cardiff (Bilbao exportaba hierro y compraba carbón galés, lo que resultaba más rentable que el asturiano).
La minería fue un sector acaparado por extranjeros. España era rica en reservas como hierro, plomo, cobre, mercurio y cinc y gozaba de la proximidad de los yacimientos a las zonas portuarias. La minería española no alcanzó su apogeo hasta el último cuarto de siglo, por las siguientes razones:
- Falta de capitales y de conocimientos técnicos para la explotación de yacimientos
- Inexistencia de una demanda suficiente de minerales
- La Ley de minas de 1825, que ponía demasiados obstáculos
Estas circunstancias cambiaron desde la Revolución de 1868:
- La Ley de bases sobre las minas de 1868, daba concesiones y seguridades a los concesionarios
- Aumentó la demanda internacional
- Se hicieron cargo de la explotación minera compañías extranjeras.
España, por tanto, se convirtió en exportadora de materias primas: fundamentalmente, plomo, mercurio, cobre y hierro, que a finales del siglo representaban uno de los capítulos más importantes de la balanza comercial española.
La energía también será un sector deficiente en España. Hasta mediados de siglo el consumo de carbón fue escaso. Desde entonces su demanda creció por la construcción del ferrocarril, la navegación a vapor y la industrialización. Pero el carbón español era escaso, de mala calidad y caro.
Conclusiones sobre la industrialización española: El fracaso de la revolución industrial en España se debió a numerosos factores:
- La escasa capacidad productiva de las manufacturas tradicionales, que solo abastecían el mercado local.
- La inexistencia de un mercado nacional unificado y con buenas comunicaciones.
- La escasez de capitales españoles.
El resultado de todo ello fue un desarrollo industrial limitado y con graves deficiencias:
- Salvo en Cataluña, la industria española se originó con capital extranjero
- Solo hubo dos focos periféricos y gracias al proteccionismo: Cataluña y País Vasco
- Al finalizar el siglo la base económica seguía siendo la agricultura
La Evolución Demográfica y la Estructura de la Población en el Siglo XIX
En los principales países de Europa la población creció durante el siglo XIX de manera considerable fruto de los efectos de la revolución industrial: países como Alemania, Bélgica y los Países Bajos duplicaron sobradamente su población; Gran Bretaña, cuna de la revolución, casi la cuadruplicó. En España, en cambio, hubo un crecimiento lento e inferior al de otros países europeos debido a que el país aún se encontraba inmerso en un régimen demográfico antiguo con altas tasas de natalidad, pero con una mortalidad muy elevada también.
Si se compara la evolución de la población española a lo largo del siglo XIX con la de otros países europeos, se aprecia en España un ritmo lento de crecimiento, pues pasó de 10,5 millones de habitantes en 1797, a 18,6 millones en 1900. Esto representa un aumento del 77%, mientras que los países de mayor crecimiento económico duplicaron, como mínimo, su población. 3 características definen la demografía durante este siglo:
A) Una alta mortalidad y una natalidad insuficiente
La tasa de natalidad española, al finalizar el siglo, era del 34 por 1000, de las más altas de Europa. Sin embargo, si la relacionamos con la muy elevada mortalidad y con una esperanza media de vida que no llegaba a los 35 años, se advierte que fue insuficiente para permitir un fuerte crecimiento de la población como el que se estaba produciendo en los países más desarrollados. Causas:
- Crisis de subsistencias: se han podido constatar al menos doce grandes crisis de subsistencias a lo largo del siglo XIX que coinciden con la escasez de trigo. Las crisis de subsistencias podían deberse a dos tipos de causas: coyunturales, como las malas condiciones climáticas (puntuales de ese año) y estructurales o permanentes, como el atraso técnico de la agricultura y un sistema deficiente de transportes y comunicaciones.
- Epidemias: las epidemias periódicas fueron la segunda gran causa de mortalidad. De ellas, las que más afectaron a España fueron, en primer lugar, la fiebre amarilla; en segundo lugar, el cólera y, en tercer lugar, el tifus.
- Enfermedades endémicas permanentes: enfermedades como la tuberculosis, la viruela, el sarampión, la escarlatina o la difteria. Estas epidemias incidieron con mayor virulencia en poblaciones previamente debilitadas por la escasa alimentación y las malas condiciones de vida.
B) Flujos migratorios y distribución de la población
- Una desigual distribución geográfica de la población: la población española durante el siglo XIX continuó las dos tendencias iniciadas a finales de la Edad Media: el desplazamiento del norte hacia el sur y el abandono de la meseta central, salvo en el caso de Madrid, para concentrarse en la costa mediterránea y atlántica meridional. La explicación se encuentra en las ventajas económicas que ofrecían las regiones costeras: las tierras son más fértiles y los transportes y las comunicaciones por mar eran más rápidos, baratos y seguros. En consecuencia, la población levantina y meridional se duplicó.
- Un proceso de urbanización muy limitado: el movimiento migratorio del campo a la ciudad revistió especial importancia por ir asociado a una revolución agrícola e industrial muy lenta. En 1900 la gran mayoría de la población española era todavía rural, solo Madrid y Barcelona estaban en torno al medio millón de habitantes, mientras que en Europa más de veinte ciudades superaban esta cifra.
C) Pervivencia de un régimen demográfico antiguo
Los estudios realizados sobre la evolución de la población europea han permitido elaborar lo que se conoce como modelo europeo de transición demográfica. El paso de un régimen demográfico antiguo a otro moderno se produjo en casi toda Europa durante el siglo XIX, en correspondencia con la revolución industrial y asociado al crecimiento de la población urbana.
En España la población urbana apenas representaba el 9% del total, los comportamientos demográficos tradicionales de la mayoritaria población rural explican la pervivencia de los rasgos característicos del régimen demográfico antiguo. La transición al régimen demográfico moderno no se produjo hasta el siglo XX, con un evidente retraso respecto a Europa.
La única excepción fue Cataluña: la población catalana inició su propia transición al régimen demográfico moderno aumentando su población en un 145%. La causa de esta diferencia fue el crecimiento de la población urbana.
Por todo ello podemos concluir con que, en el siglo XIX, mientras muchos países europeos hacen su transición demográfica a un régimen moderno, la población española permanece anclada en el pasado y mantiene las pautas demográficas características del régimen demográfico antiguo.