La España del Siglo XVIII bajo la Casa de Borbón
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El Reinado de los Borbones en España (Siglo XVIII)
En 1700 empezó a reinar en España una dinastía francesa: la Casa de Borbón. Los monarcas españoles del siglo XVIII se apoyaron en un sistema político que predominó en Europa durante gran parte del siglo: el despotismo ilustrado, que suponía la exaltación del poder del rey para introducir cambios en la estructura económica, social y cultural del país, inspirándose en las normas de la razón.
Sobre estas bases, llevaron a cabo un programa de modernización que se inició con la racionalización de la administración pública, la centralización política y la unificación por encima de los particularismos de los reinos que constituían la Corona de España.
Reformas Económicas en la Península
El reformismo económico se preocupó por desarrollar los diversos sectores de la producción y del comercio, estimulando la inversión y el trabajo tanto en el mundo agrario (con proyectos de reforma de la propiedad) como en el industrial (con la creación de manufacturas) y el comercial (favoreciendo el comercio con América).
Resistencia al Cambio
Sin embargo, tanto la resistencia al cambio social de las clases tradicionales (la nobleza y el clero) como la pasividad del excesivo número de campesinos analfabetos y sin tierras provocaron que, a finales del siglo, a pesar de los logros del reformismo borbónico, España se mantuviera dentro de los límites del Antiguo Régimen:
- Monarquía absoluta de derecho divino
- Sociedad estamental
- Economía dirigida
- Cultura al servicio de los poderosos
Reformas y Comercio en América
Tal y como se hizo en la península, los Borbones quisieron establecer en sus territorios americanos un sistema administrativo racionalizado, a la vez que introdujeron mejoras en el ámbito económico.
España se mantuvo en el sistema tradicional de pacto colonial: las colonias eran proveedoras de materias primas (que se cultivaban allí, lo que interesaba a la metrópoli) y la colonia compraba los productos manufacturados que le enviaba la metrópoli.
Así, la agricultura americana obtenía los productos necesarios para la alimentación de la población, tanto productos de origen americano como los introducidos por los españoles. El comercio con la península, que estaba en manos de los españoles, llegó a ser la base de la economía americana.
Desde los primeros años del siglo, los gobiernos españoles se preocuparon por revitalizar el comercio entre la península y sus territorios americanos. El tráfico de las rutas estaba muy controlado e iba exclusivamente a algunos puertos.
No obstante, una de las primeras reformas fue la creación de compañías privilegiadas, a las que se les concedía, a cambio de dinero, el monopolio sobre ciertas rutas o productos. Pero estas compañías tropezaron con la competencia del comercio británico de contrabando.
En 1765, se abrió, bajo la petición de muchos comerciantes, el libre comercio a algunos puertos españoles y americanos, medida que produjo un auge extraordinario del comercio y de algunos puertos españoles.
Desarrollo Industrial y Mercado Interior
Las manufacturas más prósperas fueron los tejidos estampados de algodón en Cataluña, lo que propició su despegue económico. Ese tipo de industria, que fue la base de la Revolución Industrial en Inglaterra, consistía en la concentración de telares propiedad de un empresario que también comercializaba el producto, en una fábrica donde también trabajaban numerosos obreros.
En 1780 se introdujeron en las fábricas catalanas los primeros telares mecánicos, lo que permitió un gran crecimiento de la industria.
En cuanto al mercado interior, el comercio en las regiones costeras creció más por la posibilidad de navegación de cabotaje y la facilidad de comunicación por mar con otros países.