El español: una lengua importante y diversa

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El español: una lengua importante y diversa

El español es una de las lenguas más importantes del mundo por el número de hablantes. Lo utilizan unos 340 millones de personas en todo el mundo. En cuanto a su uso como lengua materna, ocupa el tercer lugar mundial, detrás del chino mandarín y del hindi, y ligeramente por delante del inglés.

En los medios de comunicación y en Internet, el español ocupa el segundo lugar, tras el inglés. Es la segunda lengua de enseñanza en países como Francia, Brasil y los Estados Unidos, y su estudio despierta interés en lugares tan lejanos como Japón.

Se habla español en España, en dieciocho repúblicas de Hispanoamérica, en amplias zonas de Estados Unidos como Puerto Rico, Guinea Ecuatorial, Filipinas, Andorra, Guayana y Belice, entre otros lugares.

También hablan español los judíos sefarditas, descendientes de los hebreos expulsados de España en el año 1492. Es el judeoespañol o sefardí. En la actualidad existen aproximadamente un millón de hablantes de judeoespañol. Los núcleos más importantes están en Israel, Turquía y la ciudad de Nueva York. Su futuro es muy comprometido. Sin embargo, podemos pensar que si se ha mantenido hasta ahora, es muy posible que siga haciéndolo y manteniendo su carácter de lengua familiar, aunque tenga que luchar con las lenguas dominantes en los territorios en los que están establecidas estas comunidades de hablantes.

La situación del español que se habla en Filipinas es muy diferente, ya que tiende a desaparecer desde 1898, año en que acaba la colonización española del archipiélago. La enorme influencia del inglés y del tagalo, lengua indígena más extendida en el país.

El español de América

El español es oficial en 18 países americanos. Al conjunto de las variedades habladas en esos países se le llama español de América. Antes del descubrimiento en 1492, se hablaban en América más de cien familias de lenguas. En la actualidad se conservan solo algunas en la zona de colonización hispanoportuguesa. En varios países, el Estado reconoce de forma oficial o semioficial algunas de ellas, que se mantienen con cierta estabilidad como son el náhuatl, el quechua, el guaraní y el aimara.

Tras la conquista, la primera actitud de los administradores fue la de imponer el castellano y erradicar las lenguas aborígenes. Esta posición contrastó con la de la Iglesia, que siempre aconsejó aprender la lengua de los nativos. Tras varias protestas de los misioneros, Felipe II ordenó que se respetaran las lenguas aborígenes y dispuso que no fuera ordenado sacerdote quien desconociera la lengua de su región. Carlos III impuso el uso del español en 1770. Pero la lengua castellana que se impone en América no es uniforme. Su diversidad depende de factores como la procedencia de los colonizadores, el substrato de las lenguas nativas, etc. Además, es importante destacar la evidente similitud entre el andaluz y el español de las Antillas, la costa caribeña de Colombia y Venezuela, el litoral argentino, Paraguay y Uruguay. Esto se debe a que las expediciones de los españoles que colonizaron estas zonas de América partían de Andalucía y, fueran andaluces o no, los emigrantes debían permanecer durante mucho tiempo allí, ya que las salidas de los barcos y los trámites para los permisos se demoraban mucho.

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