El Espíritu Romántico y la Ópera Clásica: Beethoven, Gluck y Mozart

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El Romanticismo Musical en el Siglo XIX

La música del siglo XIX se enmarca predominantemente en el estilo Romántico. Este período fue testigo de cambios irreversibles en la política, la economía y las estructuras sociales. Las campañas de Napoleón extendieron su "Código Civil", un sistema de leyes que destruía los viejos sistemas feudales de gobierno.

Influencia de Beethoven y Características Románticas

En las obras de Beethoven se pueden reconocer muchos aspectos románticos; de hecho, Beethoven fue tomado como modelo y su nombre reverenciado por las sucesivas generaciones de compositores románticos, desde Schubert hasta Wagner.

El Romanticismo introduce en la música un elemento poético que rompe el equilibrio clásico entre sentimiento y razón. Mientras que en el Clasicismo se creaban estructuras musicales muy elaboradas (sonata, sinfonía, concierto...), el compositor romántico, aunque no abandona estas formas, prioriza la expresión sobre la estructura formal, modificándolas para adaptarlas a sus necesidades expresivas. No se trata tanto de crear formas completamente nuevas, sino de dotar a las existentes de una nueva carga emocional.

Individualismo y Expresión

El individualismo romántico se manifiesta en la música a través de la expresión subjetiva de los propios sentimientos. El compositor pone en música sus emociones más íntimas. De aquí surge también el culto a la personalidad del artista, que lleva a la sociedad a interesarse por la vida de los compositores, a los que consideraba figuras superiores. Sus pensamientos y sentimientos se convierten en el centro de atención para el público y la prensa.

Un ejemplo temprano de este cambio en la consideración social del músico se observa cuando los príncipes Lobkowitz, Kinsky y el Archiduque Rodolfo fijan un estipendio a Beethoven sin contrapartida alguna, con el fin de asegurarle el sosiego necesario para la creación.

La Música como Refugio

En el siglo XIX, la música se convierte para muchos en un medio de evasión de la realidad. Es la época de la Revolución Industrial, de la máquina y el ferrocarril. Los espíritus sensibles o deprimidos se refugiaban en "el consuelo de las artes", y consideraban la más romántica de todas: la música. Muchos intelectuales veían la música como un acceso a un nivel superior de realidad; así lo expresan filósofos como Hegel y Schopenhauer, o escritores como E.T.A. Hoffmann, para quien la música revela al hombre un mundo desconocido e inefable.


La Ópera: Reformas y el Legado de Mozart

Intentos de Reforma: Gluck

En la segunda mitad del siglo XVIII, se realizaron algunos intentos de rehabilitar la antigua Ópera Seria, que había incurrido en exageraciones y vulgarizaciones. Christoph Willibald Gluck emprendió una importante reforma con óperas como Orfeo ed Euridice, Alceste, Ifigenia en Áulide, Armida. En ellas combatió los elementos musicales poco naturales y los excesos vocales:

  • Suprimió las ornamentaciones exageradas que solo buscaban el lucimiento del cantante.
  • Sustituyó los recitativos secos (solo acompañados por clavecín) por recitativos acompañados por toda la orquesta, buscando una mayor continuidad dramática.

Sin embargo, su labor de reforma de la Ópera Seria no tuvo seguidores inmediatos.

El Apogeo de la Ópera con Mozart

Aunque Joseph Haydn escribió importantes óperas (como Orlando Paladino), ninguna se aproxima al rango que alcanzan en la historia las óperas de Wolfgang Amadeus Mozart. El arte operístico de Mozart debe ser contemplado en una categoría propia, considerándolo uno de los más grandes compositores de ópera de todos los tiempos. Su sutil sentido teatral, la profundidad psicológica y la pintura realista de cada personaje son inseparables de la música sublime a través de la cual se expresan.

Ópera Buffa

El terreno en el que mejor se desenvuelve Mozart es en la Ópera Buffa. Este género, que en manos de compositores italianos anteriores a menudo no había pasado de ser una divertida farsa con melodías agradables, fue elevado por Mozart a un nivel artístico muy superior. A este género pertenecen obras maestras como Las bodas de Fígaro, fruto de su colaboración con el competente libretista Lorenzo Da Ponte.

Singspiel

En Viena también existía en aquella época la ópera cómica cantada en alemán, con melodías de carácter popular y que, en lugar de recitativos, presentaba diálogos hablados entre los números musicales. Este género se denomina Singspiel. Mozart lo engrandeció, haciendo de él el cimiento de la futura ópera alemana. Su obra cumbre en este género es La flauta mágica, que fue estrenada en un teatro popular de Viena y es considerada por muchos como una cima de la música universal.

Ópera Seria y Formas Musicales

Mozart también compuso óperas serias (como Idomeneo, rey de Creta o La clemenza di Tito). Sin embargo, su interés hacia este género fue quizás menor, dado el carácter forzosamente irreal y convencional de sus personajes y temas heroicos o mitológicos.

En cuanto a las formas musicales que aparecen en sus óperas, encontramos:

  • La obertura (a menudo en forma de sonata).
  • Recitativos (tanto secos como acompañados).
  • Arias (donde los personajes expresan sus sentimientos).
  • Números de conjunto (dúos, tríos, cuartetos, etc.).

Es en estos últimos, los números de conjunto, donde Mozart resulta especialmente interesante por su habilidad para entrelazar la acción dramática y la caracterización de múltiples personajes simultáneamente. Estos números complejos, especialmente los que cierran los actos, se conocen con el nombre de Finale y son cruciales en el desarrollo dramático de sus óperas (típicamente hay dos en cada ópera buffa).

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