El Esplendor del Teatro Francés: Molière, Corneille y Racine

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El Teatro Clásico Francés del Siglo XVII

El siglo XVII es conocido en la literatura francesa como Le Grand Siècle (El Gran Siglo). Recibe este apelativo debido a la gran cantidad de magníficos autores que escriben en ese momento, especialmente de teatro.

Desarrollo y Contexto

En la primera mitad del siglo se desarrollan tendencias barrocas, especialmente en la llamada literatura preciosista. Contra la literatura preciosista (de la que se burló Molière en su obra Las preciosas ridículas) reacciona el poeta François de Malherbe, que impone el orden y la disciplina al verso. Las ideas de Malherbe fueron apoyadas por la Académie Française. La Academia Francesa se adhirió a los postulados y las normas clasicistas, que defendería más tarde Boileau en su Arte Poética.

El Clasicismo

El Clasicismo sigue las siguientes normas:

  • El arte literario debe imitar la naturaleza.
  • Únicamente se admiten temas verdaderos.
  • El teatro, además de perseguir una finalidad moral y realizar una separación entre lo trágico y lo cómico, tiene que ajustarse a la ley de las tres unidades: la unidad de acción, la unidad de lugar y la unidad de tiempo.

Las ideas clasicistas fueron seguidas en poesía. En prosa se cultiva, sobre todo, la de carácter filosófico y didáctico. Sobresale Blaise Pascal, autor de Pensées (Pensamientos).

Molière (1622-1673)

Molière crea la nueva comedia francesa, fundiendo todas las tradiciones existentes, desde la latina y medieval hasta la Commedia dell'arte italiana.

Las comedias de Molière no son de intriga, sino de caracteres. En la mayoría de ellas, el personaje suele encarnar un defecto en grado máximo, así ocurre en: El avaro, El misántropo, El enfermo imaginario...

Todas encierran un propósito moral: ridiculizar y denunciar los vicios y comportamientos de su tiempo: la pedantería (Las preciosas ridículas), la hipocresía religiosa (Tartufo). Molière suele preferir los finales felices, aunque a veces el desenlace, alegre en apariencia, encierra una amarga realidad. Algunos autores españoles, como Leandro Fernández de Moratín, sintieron una inmensa admiración por Molière debido a la crítica que este hizo en su teatro de la sociedad de su tiempo.

Pierre Corneille (1606-1684)

Fue el creador de la tragedia clásica francesa. Gran conocedor del teatro clásico, Corneille adaptó a su época muchos temas romanos. Su obra más famosa es El Cid. En esta obra, a Corneille no le interesaban los hechos como los sentimientos, sino la verdad humana que reside en las almas.

A partir de 1650, sus obras conocen menores éxitos y, tras el fracaso de Pertharite, Corneille deja de escribir durante varios años. El viejo poeta no se resigna y renueva el teatro con Edipo. Murió en octubre de 1684.

La extensión y riqueza de su obra hizo que en Francia se desarrollase el adjetivo "cornelliano".

Jean Racine (1639-1699)

Exquisito conocedor del espíritu humano, depuró la tragedia de Corneille, simplificando al máximo la acción y centrándola en problemas estrictamente psicológicos.

Sus tragedias, sobrias, se inspiran en temas griegos, romanos, orientales o bíblicos.

Fue célebre el enfrentamiento y posterior enemistad entre Racine y Molière. Racine consiguió que la compañía teatral de Molière representase dos de sus obras: La Tebaida y Alejandro Magno.

Fue elegido miembro de la Academia Francesa. Murió en Port-Royal.

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