Estética en Kant, Schelling y Nietzsche: Juicio, Arte y Vida
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 3,73 KB
La Estética Filosófica: Perspectivas de Kant, Schelling y Nietzsche
El juicio del gusto, según Kant, exige una universalidad subjetiva. No es un juicio de conocimiento, sino de placer o dolor; es decir, pretende una finalidad subjetiva que valga comúnmente para todos y que no se debe fundar en concepto alguno de la cosa. Pero si tal aprobación se exige de todos, al ser exigida, no significa que todos estén dispuestos a tal aprobación. Por más que la representación sea bella y plazca a la mayoría, siempre habrá alguien a quien no plazca.
Dice Kant que el juicio del gusto no es un juicio de conocimiento. No requerimos conocerlo para hacer un juicio estético si el único fin es el placer de la contemplación. Lo que importa es la satisfacción obtenida.
Schelling: Arte como Revelación de lo Absoluto
Cuando el hombre está en contradicción con el mundo exterior comienza la filosofía, intermediario entre el hombre y la naturaleza; esta escisión se supera con la poesía. Schelling aceptó una intuición intelectual sobre la reflexión, pero sobre esta hay una intuición estética, propia del genio. En este momento se une el consciente y el inconsciente, lo objetivo y lo subjetivo, que solo se produce en el arte. Para Schelling, el espíritu tiene tres fases:
- Conocimiento (intelecto)
- Acción (voluntad)
- Arte (genio)
Schelling fue el primer filósofo desde Plotino en hacer del arte y la belleza la culminación de todo un sistema filosófico: en Filosofía del arte expuso que el arte es el medio a través del cual se expresan las infinitas ideas, que provienen de las distintas potencias presentes en la identidad absoluta que es el yo, y que se materializan de forma finita, siendo el principal vehículo de revelación de lo absoluto. Para Schelling, el arte es una representación finita de lo infinito.
Nietzsche: Estética de la Vida y la Voluntad de Poder
La estética nietzscheana se caracteriza por su oposición a la moral cristiana, que para él supone una negación de la vida, así como al intelectualismo logicista que impregna toda la filosofía occidental. Una de sus primeras obras en el terreno de la estética fue El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, donde defendió la tragedia como un consuelo metafísico. Estudiando la tragedia griega, dijo que es una combinación del espíritu apolíneo y el dionisíaco. Su propuesta de tragedia es dionisíaca, afirmando que el mito trágico se ha ido perdiendo desde Sócrates, y que ahora hay que recuperarlo.
En sus últimas obras retornó a su concepto de lo dionisíaco: juzga el arte moderno como decadente, aplicando al arte conceptos como salud y enfermedad. El arte auténtico será el que embriaga, el que arrolla por su fuerza y comporta un sentimiento de plenitud. En El crepúsculo de los ídolos distingue dos tipos de embriaguez:
- La de las artes plásticas, que son visionarias
- La de la música, que es emotiva
Por último, en La voluntad de poder, sintetizó sus reflexiones sobre el arte, donde esta voluntad se manifiesta como el gran estilo artístico, que es la afirmación de la vida hasta en su vertiente más trágica, es aceptar el mundo tal como es. Para Nietzsche, el arte es el gran estimulante de la vida, la obra de arte es lo único que consuela del sufrimiento de vivir. Nietzsche opinaba que la belleza y la fealdad son relativas, dependen de cada uno. La belleza es la armonización de los deseos, tanto buenos como malos.