Estrategias Pedagógicas y Sociales para la Reinserción en Adicciones

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Área Educativa y de Reinserción Laboral

El contacto de los consumidores con las drogas se suele producir a una edad temprana, lo que lleva asociado un alto porcentaje de fracasos y abandono escolar, una escasa cualificación profesional y, por tanto, la dificultad de inserción laboral.

Será necesario abordar estas áreas reanudando la formación, motivando y buscando el mejor momento del proceso terapéutico; es decir, cuando el paciente se encuentre en un momento favorable, cuando la familia haya recobrado la confianza en él y cuando ellos se sientan más animados y esperanzados.

Para ello, han de utilizarse los recursos normalizados de la comunidad con una atención y apoyo más personalizado. La formación académica reglada puede realizarse desde la educación de adultos o a través de academias con financiación pública. La orientación vocacional y la formación prelaboral se pueden encontrar en recursos de carácter más protegido, como los Centros de Día con inserción laboral, que suelen trabajar a nivel individual y grupal en habilidades y destrezas de búsqueda y desempeño laboral.

También debe realizarse un seguimiento del consumo de drogas, ya que en estos ambientes laborales pueden darse determinados factores que favorezcan el consumo, como el estrés, la peligrosidad laboral, las rotaciones horarias, las condiciones climatológicas adversas, la frustración profesional, el cansancio o la inseguridad, entre otros.

Área Relacional y de Ocupación del Ocio y Tiempo Libre

Un número importante de adolescentes y jóvenes hacen de la calle un punto de encuentro para relacionarse con sus iguales. En la calle hacen frente también a los conflictos familiares, a las dificultades escolares y económicas y, en general, a todas aquellas situaciones que implican enfrentarse a la vida adulta, siendo la calle un lugar de encuentro con el grupo de amigos.

En este contexto, también tienen lugar los primeros contactos con las drogas.

Lo que en un principio se vive como elemento facilitador de relaciones sociales, de pertenencia o de identidad, se vuelve pronto un elemento inhibidor de las relaciones con el exterior. A menudo se observa que, entre los usuarios atendidos, cuanto mayor es el tiempo de consumo, mayor es el aislamiento y el deterioro de las capacidades relacionales personales, tanto en el marco familiar como en el social, produciéndose un progresivo empobrecimiento en las capacidades de comunicación, tanto verbales como de sentimientos y afectos.

También se produce un empobrecimiento en la capacidad para imaginar formas positivas, creativas y enriquecedoras del tiempo de ocio, que no se concibe sino en los espacios de descontrol obtenidos a través del consumo desproporcionado y abusivo. "No es divertido si no es “colocándose”."

De este modo, la diversión-descontrol-consumo de drogas aparece como una tríada difícil de romper. Tampoco desde la familia o fuera de ella se suelen potenciar actividades recreativas o de ocio, culturales, que potencien la creatividad.

Por todo ello, los individuos en su proceso de tratamiento han de enfrentarse a lo que denominamos “cambios de estilos de vida”, y ello en un contexto sociocultural que ofrece escasas alternativas de disfrute alejadas de los consumos. La decisión de abandonar el consumo implica adoptar importantes cambios en esta área de la persona: en las formas en que se relacionaba, con las personas con las que mantenía estas relaciones, los ambientes que frecuentaba y las actividades que hacía.

Así, será necesario acompañar al paciente y a sus familias en el duelo que supone la pérdida de los contextos anteriores que le enfermaban, pero también le recompensaban, y construir nuevos contextos, habilitándolos para afrontarlos con éxito.

El proceso de incorporación progresiva a un nuevo estilo de vida es a lo que llamamos “proceso de reinserción social”.

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