Ethos, Pathos y Logos: Pilares de la Retórica y el Pensamiento Filosófico
Clasificado en Filosofía y ética
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Ethos: El Carácter y la Credibilidad
Ethos, traducida de diferentes maneras, ofrece posibilidades como 'punto de partida', 'aparecer', 'inclinación' y, a partir de ahí, 'personalidad'. En el arte, el ethos es el estatismo emocional, entendido como contrario del pathos, el dinamismo emocional. El ethos forma parte del canon griego desde la época arcaica hasta la prehelenística, siendo su mayor expresión la época clásica. Es también uno de los tres modos de persuasión en la retórica.
El uso que se ha generalizado en sociología para el ethos es el punto de partida de las ideas que conforman el carácter de un determinado sistema o escuela de pensamiento. Es el lugar o ámbito intelectual desde donde se conforma una unidad teórica.
Pathos: La Emoción y la Conexión
Pathos es uno de los tres modos de persuasión en la retórica (junto con el ethos y el logos). El pathos es el uso de los sentimientos humanos para afectar el juicio de un jurado. Un uso típico sería intentar transmitir a la audiencia un sentimiento de rechazo hacia el sujeto de un juicio para, con ello, influir en su sentencia.
Este término también se puede utilizar para referirnos al sufrimiento humano normal de una persona, el sufrimiento existencial, propio del ser persona en el mundo y contrario al sufrimiento patológico o mórbido. Significa, además, pasión, un desenfreno pasional no patológico, pero inducido.
Logos: La Razón y el Discurso
Logos significa: la palabra cuando es meditada, reflexionada o razonada; es decir: "Razonamiento", "Argumentación", "Habla" o "Discurso". Es uno de los tres modos de persuasión en la retórica (junto con el ethos y el pathos).
Heráclito utiliza esta palabra en su teoría del ser, diciendo: "No a mí, sino habiendo escuchado al logos, es sabio decir junto a él que todo es uno." Tomando el logos como la gran unidad de la realidad, acaso lo real, Heráclito pide que lo escuchemos, es decir, que esperemos que se manifieste por sí mismo en lugar de presionarlo.
El Logos es interpretado como lo que existía desde el principio con Dios (con mayúscula, porque es un nombre propio). La palabra admite más de treinta acepciones; no obstante, y según San Agustín, antes de la existencia de Dios no existía el tiempo, lo que convierte a la Razón en la energía del Universo.