Ética Aristotélica: La Felicidad como Fin Supremo y las Virtudes

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Ética Aristotélica: ¿Qué es el Bien?

La Búsqueda del Fin Supremo

Aristóteles inicia su reflexión argumentando que toda actividad humana, en cualquier ámbito, persigue un fin. Este fin se presenta como un bien deseable para quien realiza la acción. El bien, en este sentido, es aquello a lo que todas las cosas aspiran. Dado que las actividades humanas son numerosas, también lo son los fines que podemos perseguir.

Sin embargo, no todos los fines son iguales. Algunos son más importantes que otros, estableciendo una jerarquía en la que los fines superiores subordinan a los inferiores. De esta manera, se forman cadenas de fines, donde los eslabones intermedios actúan como medios para alcanzar un fin último. Para que nuestros deseos tengan sentido, es necesario que converjan hacia un fin supremo que dé valor a todos los demás: el bien supremo.

La Felicidad (Eudaimonia) como Bien Supremo

Aristóteles señala que tanto la gente común como los intelectuales identifican el bien supremo con la felicidad (eudaimonia). Esta noción implica tanto el bienestar como el buen comportamiento. Sin embargo, no existe un consenso sobre en qué reside exactamente la felicidad.

Requisitos del Bien Supremo

Para Aristóteles, el bien supremo debe cumplir dos requisitos fundamentales:

  1. Ser siempre apetecible por sí mismo y no por otra cosa: es decir, debe ser un fin en sí mismo y no un medio para alcanzar otro fin.
  2. Ser autosuficiente: debe bastar por sí solo para hacer la vida digna de ser vivida.

El bien supremo, por lo tanto, debe ser el más elevado y permitir al ser humano gobernarse a sí mismo.

Análisis de los Diferentes Géneros de Vida

Aristóteles analiza los distintos estilos de vida en los que los seres humanos han buscado la felicidad:

  • El Placer: Aunque se considera un bien final, no proporciona autosuficiencia, ya que genera dependencia del objeto de placer. Además, no es digno del ser humano, dotado de un alma racional.
  • Los Honores: Dependen más de quien los otorga que de quien los recibe. El verdadero bien debe ser algo propio y difícil de arrebatar. Quienes buscan honores lo hacen para convencerse a sí mismos de su propia virtud, lo que demuestra que, incluso para ellos, la virtud es superior al honor.
  • La Riqueza: La vida dedicada al lucro es antinatural. Los medios para adquirir riquezas suelen destruir el ocio, que es el tiempo libre dedicado a la reflexión.

El Hombre como Ser Racional y las Virtudes

Según Aristóteles, la esencia del ser humano reside en la razón. Su excelencia se basa en su capacidad de pensar. La actividad racional se divide en dos partes:

  1. Parte teórica o especulativa: se encarga del conocimiento y es inmortal.
  2. Parte práctica: dirige la vida apetitiva, que a su vez escucha sus consejos y se vuelve moderada y equilibrada, obedeciendo a la razón.

Aristóteles define el sumo bien como la actividad racional según la virtud más excelsa, que se desarrolla a lo largo de toda la vida. La excelencia es un hábito que se adquiere mediante la repetición de acciones virtuosas.

Clasificación de las Virtudes

Dado que existen dos tipos de actividad racional, las virtudes se clasifican en dos grupos:

  • Virtudes Morales o Éticas: Surgen de la obediencia de los instintos a la razón. Se originan en la parte práctica de la razón y constituyen el término medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Son hábitos de elección. La mayor dificultad reside en evitar los extremos, ya que caer en uno de ellos suele conducir al extremo opuesto. Aristóteles destaca tres virtudes morales:
    • Valor: equilibrio entre la cobardía y la temeridad.
    • Templanza: equilibrio entre el libertinaje y la insensibilidad.
    • Dulzura: equilibrio entre un exceso y un defecto.
    La virtud más elevada es la justicia, que implica equilibrio en todos los ámbitos.
  • Virtudes Dianoéticas o Intelectuales: Provienen de la parte teórica de la razón y buscan el conocimiento. En orden creciente de importancia, son: arte, ciencia, prudencia, razón intuitiva y, en el nivel más alto, la sabiduría teórica.

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