La ética como disciplina filosófica
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En nuestra vida cotidiana
Hacemos valoraciones de la conducta de las personas en las que calificamos las acciones de unos y otros refiriéndonos a si nos parece que han actuado bien o mal. También es común que pensemos en los motivos y las repercusiones de nuestros actos, ambas reflexiones califican las distintas conductas con una aprobación o un rechazo, por ejemplo, cuando pensamos, “mi vecino no respeta las horas de descanso de los demás” estamos reprobando su comportamiento y cuando nos sentimos satisfechos por haber prestado los apuntes de clase a un compañero estamos aprobando nuestra conducta.
Los filósofos de todos los tiempos
Se han preocupado por investigar en qué nos basamos para poder hacer los juicios morales. La ética es la disciplina que se encarga de examinar a partir de qué criterio catalogamos unas acciones en un sentido u otro, cabe destacar que el interés por esta cuestión no tiene una finalidad meramente teórica; si nos interrogamos sobre el bien es con la intención práctica de aplicarlo a nuestra vida, queremos saber qué es el bien para actuar correctamente.
Carácter y conciencia moral
Como afirmó Erich Fromm, “en el arte de vivir el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto del arte, desde su libertad el ser humano no se hace a sí mismo, es constructor y construcción al mismo tiempo, y es que a diferencia de la acción animal que aparece programada o determinada, en cambio el comportamiento humano se define por ser abierto y libre. Precisamente este carácter libre y abierto de la acción es lo que hace al ser humano responsable de sus actos, un individuo que ante una situación reflexiona, toma una decisión y actúa en concordancia a ella es el autor de esa acción y por lo tanto ha de responder de ella, es decir, debe estar dispuesto a recibir el reconocimiento o la amonestación de sí mismo y los demás.
Este carácter libre del actuar humano
Constituye también la base del carácter moral que posee en exclusividad, la libertad, es decir, la capacidad para decidir entre varias opciones posibilita que las acciones concretas que alguien lleva a cabo se ajusten o no a las costumbres o normas de su comunidad. Cuando el sujeto decide actuar de acuerdo con las normas asumidas, actúa correctamente (es moral), cuando decide saltárselos, actúa incorrectamente (es inmoral), pero lo que no puede hacer es dejar de actuar en el marco de ese código normativo, es decir, lo que no puede hacer es ser amoral.
Este carácter moral del ser humano
Está arraigado en nuestra historia como especie. Antes de la aparición del lenguaje, la selección natural favoreció el éxito de los individuos más propensos a la sociabilidad. Esta tendencia primitiva a buscar la cooperación con los otros para lograr un objetivo común dio paso a la intuición moral, una especie de sexto sentido que permitía reconocer aquellos comportamientos que contribuían al mantenimiento de la comunidad.
El lenguaje potenció el desarrollo de la capacidad racional
Que fijó las primeras normas sociales. La elección de tales normas estuvo fuertemente condicionada por aquella sociabilidad original.