La Ética Emotivista de David Hume: Sentimientos, Razón y Moralidad

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Introducción a la Ética Emotivista de Hume

La ética de David Hume se fundamenta en el emotivismo, una corriente filosófica que sostiene que los juicios morales no provienen de la razón, sino de los sentimientos o emociones que ciertas acciones despiertan en nosotros. Hume sigue en este sentido las ideas de Francis Hutcheson, aunque desarrolla una propuesta más completa y profunda.

La Razón frente a la Pasión en la Moral

Para Hume, la razón no puede ser la base de la moral, ya que esta solo se encarga de describir los hechos, de mostrar cómo son las cosas. La razón nos ayuda a entender qué ha ocurrido en una situación concreta, pero no puede determinar si ese hecho es moralmente bueno o malo. La moralidad, según él, no puede deducirse de los hechos, y por eso critica duramente a las teorías que intentan construir una ética racional o basada en la naturaleza humana. A esta crítica se le ha llamado posteriormente la falacia naturalista, es decir, el error de querer deducir normas éticas (el "deber ser") a partir de hechos reales (el "ser").

Hume plantea que lo que realmente mueve al ser humano a actuar no es la razón, sino la pasión, la emoción. Por eso llega a afirmar que la razón es “esclava de las pasiones”, una frase muy conocida que refleja su idea de que las emociones tienen un papel central en la vida moral. Un acto será considerado bueno si despierta en nosotros sentimientos de aprobación o agrado, y malo si genera repulsa o desaprobación.

Consecuencias del Emotivismo Humeano

Esta visión tiene importantes consecuencias. En primer lugar, niega la existencia de principios morales universales basados en la razón o en la naturaleza. En segundo lugar, abre el camino hacia una ética basada en la utilidad y las consecuencias de las acciones.

La Anticipación del Utilitarismo

De hecho, Hume anticipa claramente el utilitarismo, teoría que más tarde desarrollarán autores como Jeremy Bentham y John Stuart Mill. Según esta perspectiva, las acciones deben valorarse en función del beneficio o utilidad que aportan, tanto al individuo como a la sociedad.

El Problema de la Subjetividad y la Solución del Humanitarismo

Sin embargo, un problema importante que surge de esta postura es el siguiente: si los sentimientos son subjetivos y personales, ¿cómo podemos construir una ética universal y socialmente válida? Hume intenta resolver este problema introduciendo la idea del humanitarismo, es decir, la existencia de un sentimiento humano compartido por todos los individuos: la empatía o compasión hacia los demás. Este sentimiento universal hace posible que los seres humanos sientan pesar ante el dolor ajeno, como por ejemplo cuando vemos sufrir a un niño indefenso. Este tipo de emociones comunes pueden servir como base para una ética universal, no porque exista una moral objetiva, sino porque estos sentimientos han demostrado ser útiles para la convivencia y la estabilidad social.

La Utilidad del Humanitarismo

Así, Hume establece que el humanitarismo no es “bueno por naturaleza”, sino que es moralmente valioso porque ha sido útil para superar el egoísmo individual y fomentar el bien común. Por eso se considera que Hume combina el emotivismo con una visión utilitarista de la moral. La clave está en que los sentimientos que favorecen la felicidad colectiva deben ser los que guíen nuestras decisiones éticas.

Conclusión: Pilares de la Ética Emotivista de Hume

En conclusión, la ética emotivista de Hume sostiene que:

  • Lo moral no se basa en la razón, sino en los sentimientos.
  • La razón solo describe hechos; los sentimientos determinan el valor moral.
  • Las acciones son buenas o malas según el agrado o repulsa que generan.
  • Existe un sentimiento universal (el humanitarismo) que permite crear una ética común.
  • La moral tiene una función práctica y social: busca la utilidad y el bienestar colectivo.

Esta visión representa una ruptura con las éticas tradicionales racionalistas y naturalistas, y sienta las bases para corrientes posteriores como el utilitarismo y el pragmatismo.

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