La Ética Eudemonista de Aristóteles: La Búsqueda de la Felicidad a Través de la Virtud
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La Ética Eudemonista de Aristóteles: La Búsqueda de la Felicidad
Aristóteles postula que no existe un único ser ni un único bien, sino una multiplicidad de seres y bienes particulares y análogos. Su ética se caracteriza por ser finalista y eudemonista, lo que significa que toda acción humana está intrínsecamente orientada hacia la consecución de algún bien, el cual se vincula estrechamente con el placer y la felicidad.
Determinando el Sumo Bien Humano
El desafío fundamental reside en definir con precisión qué constituye este bien y esta felicidad para el ser humano. Aristóteles descarta la identificación del sumo bien humano con Dios. Si bien a Dios le corresponde el sumo bien en sí mismo, este bien es exclusivo, incomunicable y no puede ser compartido. Por lo tanto, es necesario discernir cuál es el mayor bien al que el hombre puede aspirar en esta vida, y este debe poseer las siguientes características:
- Debe ser perfecto, definitivo y suficiente por sí mismo para hacer feliz al hombre con su mera posesión.
- Debe ser buscado por sí mismo, y no como un medio para alcanzar otra cosa.
- Debe ser presente.
- No debe ser una actividad puramente pasiva, sino que debe consistir en la actividad propia y más elevada del hombre en cuanto tal.
- Debe contribuir a hacer al hombre bueno.
- Su posesión debe caracterizarse por la fijeza, la continuidad y la estabilidad a lo largo de toda una vida.
Exclusión de Bienes Inferiores
Aristóteles procede a excluir y rechazar aquellos bienes que no cumplen con los criterios establecidos. En primer lugar, descarta que el bien propio del hombre consista en los placeres sensibles. Tampoco considera que las riquezas constituyan el sumo bien, aunque reconoce que, hasta cierto punto, son bienes necesarios para la vida y para ser feliz. De igual modo, rechaza la gloria y los honores, a pesar de ser una justa compensación que corresponde a la vida política.
La Razón como Distintivo Humano y la Vida Virtuosa
Aristóteles analiza las distintas funciones del ser humano. La primera es simplemente vivir, y la segunda es sentir, funciones compartidas con los animales. Sin embargo, lo que verdaderamente distingue al hombre es la razón. En consecuencia, la vida humana óptima debe consistir en vivir conforme a la razón, es decir, la VIDA VIRTUOSA.
La Virtud y el Vicio: El Justo Medio
Aristóteles otorga primacía a las virtudes intelectuales (como la ciencia o la sabiduría) sobre las virtudes éticas (tales como la justicia, la templanza, la fortaleza y la prudencia). Define la virtud como el justo medio entre dos extremos viciosos. Se trata de un hábito operativo positivo, caracterizado por la medida, la mesura y la moderación.
En contraposición, el vicio se define como un hábito operativo negativo o malo, que representa toda situación extrema o toda situación que sobrepasa el justo medio.