La Ética Kantiana: Deber, Imperativo Categórico y Razón Práctica
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Ética Deontológica Kantiana: El Imperativo Categórico
El formalismo ético de Kant es una teoría deontológica, porque la buena acción moral es aquella que se fundamenta en el deber, y este es dictado por el Imperativo Categórico.
Las Tres Clases de Acción Según Kant
Kant distingue tres clases de acción:
- Contraria al deber: Es una acción inmoral porque no atiende a la ley moral.
- Conforme al deber: Es una acción legal, pero no moral. Es solo objetivamente acorde al deber, pero no subjetivamente.
- Por mor del deber: Es la única acción moral. La voluntad elige objetiva y subjetivamente atender a la ley moral, aunque nos perjudique.
Actuar por mor del deber implica que, en esta vida, virtud y felicidad rara vez coinciden porque, en muchas ocasiones, cuando obramos acorde al deber, no estamos eligiendo lo que más feliz nos haría. Ahora bien, ¿cómo sabemos qué debemos hacer? El deber lo muestra el Imperativo Categórico.
El Imperativo Categórico: Ley Moral Universal
La ley moral es dictada por el Imperativo Categórico, que Kant define como una máxima subjetiva que debe ser a su vez una ley objetiva, universal y necesaria (un imperativo). Kant define el Imperativo Categórico de cinco formas diferentes, pero pueden resumirse en dos formulaciones principales:
- «Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal.»
- «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como medio.»
Los Postulados de la Razón Práctica de Kant
Kant señala que solo si existen ciertas condiciones o exigencias es posible la moralidad. Estas condiciones son los Postulados de la Razón Práctica:
- Libertad Individual: Solo si somos libres podemos actuar moralmente. En un mundo determinista, donde todo sucediese por necesidad o de acuerdo a los designios de una voluntad divina, no habría libertad, no habría elección y, por ello, no sería posible el juicio moral.
- Inmortalidad del Alma: Asegura la posibilidad de perfeccionarnos moralmente, posibilita que nuestras acciones sean juzgadas por Dios tras la muerte y, por último, nos permite la vida en el otro mundo, donde la felicidad y la virtud coinciden.
- Existencia de Dios: Dios, como bien supremo, garantiza la unión entre felicidad y virtud en el otro mundo. Además, como Dios es la suma bondad y es fundamento de la moral y la justicia, nos recompensará si hemos actuado bien y nos castigará si no lo hemos hecho.
Estos postulados no son ni demostraciones ni sentencias teóricas, pues no se pueden conocer por la razón teórica. Los Postulados de la Razón Práctica superan las antinomias de la razón pura y, aunque tampoco los puede conocer, los desea a fin de que la acción moral tenga sentido.