Ética Kantiana: Fundamentos y Crítica de la Razón Práctica
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La Dialéctica Trascendental y sus Implicaciones
En resumen, el problema de la metafísica radica en que trasciende la experiencia, incurriendo en razonamientos sofísticos o falsos. Estos razonamientos pueden clasificarse en tres categorías: categóricos, hipotéticos y disyuntivos. Cada una de estas categorías da lugar a tres ilusiones diferentes:
- El alma individual como sujeto sustancial permanente; esta inferencia se denomina paralogismo.
- El mundo como la totalidad de todos los fenómenos unidos por una relación de causalidad; este razonamiento genera las antinomias.
- Dios como ser supremo que unifica todas las condiciones posibles de existencia de los seres; estos razonamientos dan lugar al ideal de la razón pura.
Las ideas trascendentales son una ilusión que se deriva de un uso incorrecto de la razón pura.
Conclusión de la Dialéctica Trascendental
La razón es la facultad encargada de la unificación suprema del conocimiento. Unifica los conocimientos del entendimiento remitiéndolos a un principio absolutamente primero e incondicionado, que Kant denomina ideas trascendentales o noúmeno. Estas ideas son tres y se derivan de las clases de razonamientos (categóricos, hipotéticos y disyuntivos). Las ideas (formas a priori de la razón) unifican todos los fenómenos que el entendimiento estructura mediante categorías. Sin embargo, la razón, en realidad, no conoce nada. Únicamente puede "pensar" lo que unifica "como si" fuera un objeto real. Las ideas son conceptos puros sin referencia alguna a la experiencia; no poseemos experiencia de las ideas trascendentales. Por lo tanto, la metafísica es imposible como ciencia porque no puede alcanzar juicios sintéticos a priori. No obstante, estas ideas pueden tener un uso regulativo, sirviendo como estímulo a nuestras facultades cognoscitivas, atrayéndolas hacia síntesis más perfectas, fundamentos más profundos y sistemas más completos. Las ideas de la razón constituyen los puntos de referencia últimos hacia los que orientamos nuestro conocimiento científico; tienen la función de regular el conocimiento científico, aunque ellas mismas no lo sean.
Por ejemplo, no sabemos si Dios existe, pero nuestro conocimiento científico debe funcionar como si existiera. Estas tres ideas trascendentales serán recuperadas en la Crítica de la razón práctica, constituyéndose en los postulados prácticos de la moralidad.
Crítica de la Razón Práctica: La Ética Formal Kantiana
La razón pura posee una doble dimensión: una especulativa, referida fundamentalmente a la teoría del conocimiento y la metafísica, y otra práctica.
Si en la primera de sus críticas Kant abordó la pregunta especulativa "¿Qué puedo conocer?", en la segunda, la que ahora tratamos, intentará dar respuesta a la cuestión práctica "¿Qué debo hacer?". De ahí que la segunda crítica se centre en la búsqueda del fundamento de la moralidad, que equivale a determinar las condiciones de posibilidad a priori (formales) de un hecho moral. Debemos enfatizar el a priori o lo formal, ya que, al igual que en su primera crítica, a Kant no le interesa lo fáctico, lo que sucede, o el modo de entender la moral del común de los mortales, sino los requisitos que hacen del hecho moral algo universal y necesario. En efecto, al igual que en la primera crítica afirmó que los requisitos que debe cumplir un juicio para ser considerado científico son la universalidad y la novedad, del mismo modo, para que un hecho sea considerado moral debe ser universal y necesario, a priori. Kant no se ocupará de los contenidos de la moral, sino de la forma. Esta es la razón por la que la ética kantiana se denomina a sí misma formal, en contraposición a las éticas materiales.
A) Crítica a las Éticas Materiales
Kant comienza su Crítica dando a conocer su objetivo: fundamentar la moral desde unas bases universalmente válidas. La moral debe ser explicada desde la razón pura y no desde un punto de vista empírico. Declarado lo anterior, empezará su labor criticando todas las éticas anteriores por considerarlas materiales, y no formales. Veamos cómo procede:
La crítica global que el filósofo de Königsberg hace a las éticas anteriores es, como hemos dicho, que son materiales: una ética es material cuando tiene un contenido. Todo hombre debe perseguir: la felicidad, la perfección, el placer, el dinero, lo útil... También propone los medios más adecuados para conseguir el fin propuesto. Toda ética material determina cuál es el bien supremo o el fin último del ser humano y establece preceptos encaminados a alcanzarlo. Toda ética material es una ética que tiene contenido.
Por el contrario, lo que busca Kant es una ética formal, vacía de contenidos. Kant no pretende decirnos qué es lo que debemos perseguir ni la forma de conseguirlo. Lo único que se propone es averiguar qué características formales debe cumplir un hecho para ser considerado moral. Le interesa la forma, no el contenido. Un hecho moral debe ser universal y necesario.
Kant critica los siguientes aspectos de estas éticas materiales:
a) Son empíricas o a posteriori: Los preceptos o normas y el contenido se basan en la experiencia. Por ejemplo: "Los epicúreos dicen que el placer es el fin del hombre porque la experiencia nos dice que desde niños buscamos el placer". Y la experiencia nos demuestra que la política produce disgustos ("si quieres ser feliz, apártate de la política").
Pero Kant pretende una ética cuyos principios sean universales, a priori, válidos para todos en cualquier tiempo y lugar, y esto no puede provenir de la experiencia, porque de ella sólo pueden derivarse juicios particulares, como lo demuestra el hecho de que los hombres no se pongan de acuerdo sobre los fines que hay que perseguir en la vida, y mucho menos aún, en los medios que han de emplearse.
b) Son hipotéticas: Los preceptos de la ética material son hipotéticos (y no categóricos) porque son condicionales. Dicen qué medios hay que poner en juego para conseguir un fin determinado: Si quieres aprobar, tienes que estudiar. Pero, ¿qué pasa si uno no tiene el menor interés en aprobar? Sencillamente, este precepto no es válido para él; por lo tanto, no es universal.
Por el contrario, Kant no está interesado en proponer condiciones que hagan posible la obtención de un pretendido bien particular, sino que busca imperativos de tipo categórico: válidos universalmente y necesarios (necesario significa en la filosofía kantiana "sin contradicción posible" o "lo que es así y no puede ser de otro modo") y no hipotéticos.
c) Son heterónomas: El sujeto no se da a sí mismo sus propias normas de conducta siguiendo su propia razón, sino que su voluntad viene determinada desde fuera, siguiendo las costumbres o usos sociales, o bien desde dentro, siguiendo sus inclinaciones o deseos y no su razón. Así, por ejemplo, en la ética epicúrea, el hombre es determinado en su conducta por una ley natural, por la inclinación al placer, siendo dominado por éste. Contrariamente a lo anteriormente dicho, Kant defiende la autonomía: la autodeterminación de la voluntad del sujeto desde la razón, y no desde otra fuente.
Comparación entre éticas materiales y la ética formal
Éticas Materiales | Ética Formal |
---|---|
Empírica | Categórica |
Hipotética | Autónoma |
Heterónoma | A priori |
La ética kantiana es formal, vacía de contenido. Es a priori, no empírica, porque debe ser universal y necesaria para todos los hombres. Es categórica, no hipotética, porque sus juicios deben ser absolutos, o lo que es lo mismo, las acciones que cada uno realice deben poder ser universalizables y convertirse en ley para todos. Y, por último, es autónoma, no heterónoma, porque es el sujeto el que debe determinarse a obrar, a darse a sí mismo su ley con la sola determinación de su razón.
B) El Deber
Es una ética del deber. Actuar por deber es actuar conforme a la ley, pero esa ley es la que cada uno se impone a sí mismo con la sola ayuda de su razón, de tal manera que la ley o máxima de acción resultante sea universal y necesaria.
En este sentido, Kant distingue tres tipos de acciones:
- a) Acciones contrarias al deber (inmorales)
- b) Acciones conformes al deber (meramente legales)
- c) Acciones por deber (morales)
Para Kant, la única norma de moralidad es el deber, que es actuar conforme a la ley, y por respeto a la ley misma, que de un modo autónomo y racional cada uno se impone. El fin que persigue la moralidad es la consecución de una voluntad absolutamente buena, es decir, que siempre obre por respeto al deber.
C) El Imperativo Categórico
Al hilo de lo que acabamos de plantear, aclararemos la noción de imperativo categórico. Por imperativo, entiende Kant la ley que la voluntad se da a sí misma siguiendo la orientación de la razón. Por categórico, aquello que tiene validez universal o absoluta y que no está sujeto a condicionamiento alguno. Según Kant, toda acción moral debe estar regida por este tipo de imperativos. La máxima sería el contenido o la concreción que cada uno hace del imperativo categórico. A continuación, pasaremos a enunciar dos de las tres formulaciones diferentes que hace Kant del imperativo categórico:
- 1ª fórmula: "Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal".
- 2ª fórmula: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio".
Kant no pretende decir cómo se debe actuar, porque si lo dijera su propuesta moral ya no sería ni autónoma, sino heterónoma, ni formal, sino material. El imperativo categórico es el requisito formal al que debería acogerse todo sujeto moral para que sus acciones puedan ser consideradas universalmente válidas.
La voluntad, según Kant, ha de ser autónoma: libre de inclinaciones (deseos, afectos o caprichos) y movida por imperativos, o mandatos categóricos, que es lo mismo que decir de validez universal y necesaria.
El fundamento de la ley moral no proviene de la experiencia, no es a posteriori (contenido), sino de la razón, y por lo tanto a priori (formal). Kant no ofrece reglas de conducta, sino criterios racionales para determinar la validez de todas las reglas, de todas las normas. Así, una norma o una regla será formalmente válida si es universal, si puede ser racionalmente compartida por todos los sujetos morales.
D) Postulados de la Razón Práctica
En la Crítica de la razón pura, Kant ha puesto de manifiesto la imposibilidad de la Metafísica como ciencia y, por tanto, la imposibilidad de un conocimiento objetivo acerca del alma, Dios y de la libertad.
Pero es importante señalar que Kant no niega ni la inmortalidad del alma, ni la existencia de Dios. Lo único que dice es que no son objetos de conocimiento. El campo de la afirmación de estas realidades es el de la Razón Práctica. No son objeto de conocimiento científico, sino que hay que admitirlos como postulados (se entiende por postulado una proposición que no es evidente y no puede demostrarse, pero que hay que admitir porque si no sería imposible cualquier afirmación).
Según Kant, las realidades metafísicas no son evidentes, no pueden demostrarse, pero hay que admitirlas para que sea posible la moral. He aquí los tres postulados:
- Postulado de la libertad: para que sea posible la moral autónoma (el obrar por respeto al deber) es necesaria la libertad, suponer que somos libres y, por tanto, responsables de nuestros actos.
- Postulado de la inmortalidad del alma: la voluntad, en su acción moral, persigue un fin inalcanzable en esta vida; luego hay que afirmar la inmortalidad para que exista la posibilidad de conseguir el fin de una voluntad absolutamente buena, que, según Kant, es el fin máximo de toda moralidad.
- Postulado de la existencia de Dios: en el mundo, el ser y el deber ser no se identifican; es necesario admitir a Dios como ser donde se identifican esas dos realidades: en él se da la unión perfecta entre virtud y felicidad.
Es así como en la segunda Crítica, Kant consigue salvar los objetos de la metafísica: Yo o inmortalidad del alma, Dios y Libertad. Son hipótesis teóricas sólo subjetivamente necesarias. La razón práctica no requiere en ningún momento la existencia de estas realidades; simplemente exige que creamos en ellas en beneficio del uso práctico de la razón.
Su estatuto epistemológico es de creencia racional porque surgen de la naturaleza de nuestra propia razón. De este modo, establece Kant la prioridad de la razón práctica. No sabemos si Dios existe o no, pero debemos actuar como si existiera.