Eudaimonismo Aristotélico: La Búsqueda de la Felicidad y la Virtud
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Eudaimonismo Aristotélico
Aristóteles (384-322 a.C.), principal representante de las éticas teleológicas. Según Aristóteles, las actividades humanas buscan alcanzar un bien concreto e inmediato, para alcanzar un bien superior que es aún mejor. El último fin que pretenden alcanzar nuestras acciones y al mayor bien al que puede aspirar el ser humano es la construcción de la felicidad (en griego, eudaimonia). Para Aristóteles, la ética trata sobre el arte de vivir de la mejor manera posible.
La Felicidad
La felicidad no puede ser un medio, sino que tiene que ser un bien supremo, algo que sea un bien siempre y sin excepciones; es decir, tiene que tener un valor por sí misma y no depender de ningún factor externo. La felicidad, dice Aristóteles, se identifica con:
- La riqueza: es decir, si para alguien la felicidad y el mayor bien es la riqueza, la vida buena es la que se relaciona con los negocios.
- El placer: si se identifica la felicidad con el placer, la vida buena es la vida voluptuosa.
- El honor, la fama y la gloria: sin embargo, la fama depende más de quien la otorga que de quien la recibe.
Para Aristóteles, ninguna de estas soluciones es satisfactoria, sino que debe consistir en vivir de forma virtuosa. Las características propias de toda vida feliz son: que tiene que abarcar la vida entera y que, si bien no basta con tener placeres, dinero y honores, estas propiedades son necesarias.
La Virtud o Excelencia
El ser humano realiza numerosas acciones y en cada una de ellas puede llegar a convertirse en un virtuoso y alcanzar la excelencia, pero Aristóteles distingue en el ser humano dos partes:
- Los deseos (es decir, la parte volitiva): Según Aristóteles, los deseos y las voliciones conforman el modo de ser y el carácter de las personas. El carácter de las personas puede estar motivado por deseos impulsivos que conducen a comportamientos extremos, como por ejemplo, ser cobarde.
- Los pensamientos y las deliberaciones (es decir, la parte racional): Son actividades que desarrolla la parte racional del ser humano. La deliberación consiste en sopesar racionalmente los distintos medios para alcanzar un fin.
Para Aristóteles, por último, la única guía válida es la exigencia de la sabiduría; los jóvenes deben tomar como ejemplo a las personas más sabias y con mayor experiencia.
El Término Medio y la Prudencia
Para Aristóteles, la decisión es lo que guía la conducta; es decir, la decisión es el deseo deliberado de cosas a nuestro alcance. La buena decisión se caracteriza por encontrar el término medio entre dos extremos. El hábito de decidir bien, de escoger siempre entre dos extremos, es la vida virtuosa. El término medio no puede identificarse con una media aritmética, sino que se refiere al punto óptimo de rendimiento y beneficio de nuestra conducta para nosotros y los demás. El término medio es siempre relativo, ya que depende de cada uno y sus circunstancias, y solo la experiencia permitirá enseñarnos exactamente cuál es nuestro término medio particular. La virtud de la razón se conoce como prudencia. Es nuestra inteligencia práctica la que nos permite ser precavidos antes de actuar y tomar decisiones.
La Sabiduría
La virtud de la razón contemplativa es el hábito de captar la verdad acerca de los aspectos universales y necesarios de la realidad.