Evolución de los Constructos de Masculinidad y Feminidad en la Psicología

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Masculinidad y Feminidad: Evolución Conceptual en Psicología

Los términos de masculinidad y feminidad tienen una larga tradición en el discurso psicológico. Sin embargo, este constructo se encuentra entre los conceptos más heterogéneos, tanto desde el punto de vista teórico como empírico.

La investigación psicológica sistemática sobre la masculinidad y la feminidad se inició a principios del siglo XIX y se sitúa dentro de la tradición que considera el sexo como una variable fundamental. A partir de este momento, se iniciaron los intentos de definir de manera sistemática estos dos términos y desarrollar instrumentos para su medición. Históricamente, han existido diferentes concepciones sobre estos términos:

Modelos Conceptuales Históricos

1. Concepción Tipológica

  • Esta concepción establece que la persona, en función de su sexo biológico, poseerá unas características o rasgos de personalidad y psicológicos propios de su sexo.
  • Se postulan dos tipos de personas: masculinas y femeninas.
  • Estos conceptos se perciben como separados, no iguales ni relacionables. Es decir, nacer niña implicaba unas características propias de las niñas, y en los niños pasaba igual.
  • En esta época, era impensable que las niñas tuvieran otras características que no fuesen las femeninas, y mucho menos las masculinas, y viceversa.

2. Concepción Unidimensional

  • La masculinidad y la feminidad se perciben como dos polos de un continuo, y todo individuo se sitúa en algún punto de ese continuo.
  • Si existe la probabilidad de que una persona presente características que no son propias de su género, es porque no se tratan de dos universos separados, sino de una misma dimensión dentro de la cual existen ciertas tendencias.
  • En esta concepción, ambos conceptos también son excluyentes (a mayor presencia de un polo, menor presencia del otro).

3. Concepción de la Androginia Psicológica

  • Esta perspectiva considera la masculinidad y la feminidad como dos dimensiones independientes.
  • Cada persona se sitúa en relación con ambas dimensiones, dando lugar a cuatro posibilidades (por ejemplo, alta masculinidad y alta feminidad).
  • El sexo biológico deja de ser el factor determinante; cualquier persona puede situarse en cualquier punto de la distribución.
  • Para medir esta concepción se utiliza el Bem Sex Role Inventory (BSRI), que consta de 60 ítems: 20 masculinos, 20 femeninos y 20 neutros.
  • Los sujetos deben indicar, dentro de una escala, con qué adjetivos se identifican más, obteniendo así la dimensión en la que se encuentran.
  • Es fundamental destacar que este instrumento no mide el sexo ni la orientación sexual, sino que refleja la autopercepción del individuo.

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