Evolución del Diseño Gráfico en España: Auge Económico, Publicidad y Figuras Clave (1960-1970)

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El Auge Económico y su Impacto en el Diseño Gráfico Español (1960-1970)

La Década del Cambio: Crecimiento y Consumismo

Tras superar la crisis económica de los años 50 y con la puesta en marcha del primer plan de desarrollo, España experimentó una profunda transformación durante la década de 1960. El desarrollo económico se impuso bajo un consumismo visible en la rápida transformación de las ciudades, repletas de edificios en construcción. La llegada de capital extranjero a través de empresas multinacionales y el auge del turismo, que propició grandes divisas al país, fueron factores clave. Además, el capital en forma de ahorro que los emigrantes mandaron a España jugó un papel relevante.

Los años sesenta fueron años de constante expansión económica. La sociedad de consumo era, por primera vez en la historia, una posibilidad de futuro para España.

Transformación de las Artes Gráficas y la Consolidación del Diseño

En el marco económico, estos años presenciaron el inicio de la concentración de empresas. El sector de las artes gráficas experimentó una evolución importante, adaptando una estructura propia de la gran industria, y el diseño se consolidó como una profesión autónoma. Ya en los años 70, la aparición de las letras transferibles transformó el trabajo de los rotulistas en los estudios gráficos y modificó la concepción gráfica del texto. El trabajo de los grafistas se volvió menos artesanal y el diseñador disponía cada vez de más herramientas para desempeñar su labor.

Los clientes potenciales del diseño gráfico habían cambiado respecto al pasado.

El Nuevo Panorama Publicitario: Marketing y Tecnificación

Hacia 1965, la publicidad emprendió un proceso de tecnificación promovido por la incorporación creciente del marketing y las técnicas norteamericanas de ventas. El esquema tradicional se adaptó a la nueva situación, donde la forma de comunicar de una empresa era responsabilidad de la agencia. De este modo, apenas quedaba espacio para la tarea creativa del dibujante o diseñador. Así, en los estudios, más que diseñadores gráficos, había rotuladores, maquetistas y montadores. La publicidad se vulgarizó y perdió calidad, ya que respondía más a técnicas de venta que a calidad gráfica o artística.

Además, la aparición de la televisión en España hizo que aumentaran los spots publicitarios, aunque no desplazó del todo a otros medios como la radio o la prensa.

Guillermo Pérez Bailo: Entre el Realismo Franquista y la Innovación

El realismo franquista se imponía, impidiendo la normalización de una innovación estilística esbozada con anterioridad a su llegada al poder, perpetuando hasta el límite las figuraciones que hicieron resaltar el brillo de buenos cartelistas como Guillermo Pérez Bailo. Los esfuerzos de Guillermo en los años 50 en el tratamiento de algunos carteles turísticos no llegaron a cambiar el gusto por el estilo imperial-folclórico que prevalecía entre la clientela institucional y comercial, a pesar de los 50 premios nacionales e internacionales obtenidos en una práctica en la que fue maestro a lo largo de tres décadas difíciles para el diseño: de los 40 a los 60. Precisamente a principios de los años 60, al amparo de la remodelación ministerial de tecnócratas y con el primer desarrollo de la industria turística, los paisajes se trataron también con técnicas fotográficas renovadoras y con audaces encuadres modernizadores.

Teodoro Delgado: El Cartelista de la Posguerra Oficial

La obra de Teodoro Delgado puede resumirse en el cartel de 1935, anunciador del diario vespertino Ya. La celebridad que le proporcionaron las colaboraciones en tiempos triunfalistas le acreditan como el mejor cartelista de la posguerra oficial. Sus primeros trabajos fueron carteles para agencias de publicidad, obteniendo el segundo premio en un concurso de cartelería, así como en otros concursos. Durante sus años de servicio militar, se trasladó a Barcelona y de allí a París y Buenos Aires, donde realizó su primera exposición de afiches. De vuelta a Madrid, obtuvo cuatro primeros premios por los carteles realizados para las ferias de San Isidro. Durante la Guerra Civil Española, tuvo una destacada intervención en el cartelismo del bando nacional. Trabajó para Juan Cabanas en el Departamento de la Vicesecretaría de Educación Popular de Falange. El año 1950 marca una importante evolución en su carrera artística. Visitó Suiza y Caracas, donde expuso en el Centro Venezolano Americano. Sin embargo, Teodoro comenzó a relegar la ilustración para dedicarse a la pintura al óleo, continuando su colaboración como ilustrador con el diario ABC. Durante sus últimos años, se dedicó a la pintura y realizó numerosas exposiciones. Definía su arte como "rabiosamente conservador", si bien aceptaba todas las técnicas nuevas.

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