Evolución Geológica de la Península Ibérica: Desde el Paleozoico hasta el Cuaternario

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Tipos de Relieve en la Península Ibérica

Silíceo

El relieve silíceo corresponde a la era arcaica y primaria. Se sitúa principalmente en el oeste peninsular, hacia la parte occidental de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Central, los Montes de Toledo y Sierra Morena, así como en la zona axial de los Pirineos y el Sistema Ibérico. Está compuesto principalmente por granito, pizarra, cuarcita y gneis, rocas duras que no se pliegan fácilmente. En las zonas de alta montaña, se presentan formaciones como galayos y canchales, mientras que en zonas menos elevadas encontramos domos, berrocales y caos granítico. Estas formaciones se originaron por la erosión del agua y el hielo, que fisuraron la roca y desprendieron bloques.

Calizo

El relieve calizo está integrado por rocas de la era secundaria, plegadas en el terciario. Forma una "Z" invertida que pasa por los Prepirineos, Montes Vascos, parte oriental de la Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, Cordillera Costero-Catalana y la Cordillera Subbética. La roca predominante es la caliza, que se fractura formando diaclasas y se disuelve con el agua. Su relieve característico es el kárstico, resultado de la disolución de la caliza, que forma lapiaces, gargantas, poljes, dolinas, cuevas y simas.

Arcilloso

El relieve arcilloso está compuesto por rocas sedimentarias del terciario y cuaternario. Se localiza en las depresiones de las submesetas norte y sur, la del Guadalquivir y el Ebro, y en las llanuras costeras mediterráneas. Se basa en materiales sedimentarios poco resistentes como la arcilla, marga y yesos. Debido a su rápida erosión y blandura, crea dos tipos de relieve:

  • Campiñas: llanuras suavemente onduladas.
  • Cárcavas: surcos estrechos y profundos.
  • Badlands: cuando las cárcavas se extienden por una amplia superficie.

Evolución Geológica de la Península Ibérica

Era Primaria (Paleozoico)

Durante el Paleozoico, el arco volcánico precámbrico se desplazó con Gondwana y colisionó con Euramérica, formando Pangea. Esta colisión provocó la orogénesis herciniana, que plegó territorios volcánicos y creó nuevas cordilleras, algunas de las cuales formarían la Península Ibérica con materiales como granito, pizarra y cuarcita. Se formaron macizos como el Hespérico (origen de la Meseta Central), el Catalano-Balear, el del Ebro y el Bético-Rifeño. Estos macizos fueron erosionados, convirtiéndose en zócalos durante esa misma era.

Era Secundaria (Mesozoico)

Durante la era Secundaria, Pangea se fracturó y los continentes se separaron. Iberia se convirtió en una placa independiente. La erosión continuó afectando los relieves hercinianos, y la sedimentación caliza se acumuló en dos áreas: ligeramente en el borde oriental de la Meseta y en grandes cantidades en las fosas pirenaica y bética.

Era Terciaria (Cenozoico)

Durante el Terciario, la orogenia alpina formó cordilleras plegadas por la colisión entre las placas africana y euroasiática. Este proceso elevó los Pirineos, la cordillera Bética y la Meseta Central, que se inclinó hacia el oeste. Las depresiones exteriores, como el valle del Ebro y la cuenca del Guadalquivir, se rellenaron de sedimentos. Los antiguos macizos paleozoicos, como el Hespérico, fueron menos afectados y se consolidaron como zócalos que resistieron la deformación tectónica.

Era Cuaternaria (Cenozoico)

Durante el Cuaternario, marcado por glaciaciones, se moldearon los paisajes actuales de la Península Ibérica. Los glaciares formaron circos y valles en zonas elevadas como los Pirineos y la cordillera Cantábrica. Las terrazas fluviales se desarrollaron por la alternancia de períodos de mayor y menor caudal de los ríos, como el Tajo y el Ebro, dejando niveles de sedimentos. Además, se produjeron depósitos de materiales sueltos, como arenas y gravas, por el avance y retroceso de los glaciares y por la acción del viento, configurando el relieve actual.

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