Evolución de las tres heridas en la obra de Miguel Hernández

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Las tres heridas de Miguel Hernández

Los temas de la vida, el amor y la muerte forman las heridas de Miguel Hernández, las cuales son el eje de su existencia y su obra literaria. El tratamiento de estos temas es diferente en cada una de sus etapas, pasando del vitalismo despreocupado al desengaño y la tristeza presentes en Cancionero y romancero de ausencias (1934-41).

Primeras etapas y el simbolismo

En sus comienzos encontramos Perito en lunas (1932), donde se presenta un paisaje huertano iluminado por la vida y reseñas melancólicas. Lo funerario y el cementerio relacionan la vida con la muerte; en poemas como "Gota de agua", el amor no llega a ser una complacencia erótica.

El rayo que no cesa: Pasión y sufrimiento

Es a partir de El rayo que no cesa cuando el autor desata sus pasiones. El tema principal es el amor apasionado e insatisfecho, que lo conduce a la muerte y al eterno sufrimiento a causa de un amor no correspondido. En esta etapa aparecen objetos simbolizados que causan dolor al amante, tales como:

  • Cuchillos y puñales.
  • El rayo, que representa la fuerza aniquiladora de la pasión.
  • El toro, otra comparación simbólica que representa la furia del amante.

La muerte y la amistad

La muerte aparece relacionada con el amor y la amistad, tal como se observa en la "Elegía a Ramón Sijé". En ella, la muerte adquiere una expresividad dramática. En este poemario, Miguel Hernández deja claro que, para él, vivir es amar, penar y morir. Sus sentimientos surgen de la crisis amorosa que tuvo con su novia.

Poesía de guerra y compromiso social

Con el estallido de la guerra, enfoca sus sentimientos hacia la lucha del pueblo, lo que se refleja en su libro Viento del pueblo. Miguel Hernández anima a que la muerte no sea un destino fatal, sino un sacrificio para ofrecerle una vida a los que vienen detrás.

Sin embargo, conforme avanza la contienda, se aleja de la esperanza de victoria. Esta situación lleva al autor hacia el pesimismo ante el género humano en El hombre acecha. En esta obra realiza una crítica hacia los ricos que se mantienen al margen de la guerra, mientras son los desfavorecidos quienes sufren las consecuencias. Su visión de la muerte cambia: ahora es causante del llanto por las víctimas e incluso el amor está salpicado por la muerte.

Etapa final: La cárcel y las ausencias

Cuando acaba la guerra y llega a la cárcel, la poesía de Miguel Hernández alcanza su mayor profundidad en su libro Cancionero y romancero de ausencias. En esta obra retoma la figura de las tres heridas y escribe un poema por su hijo muerto: "Muerto mío, muerto mío, a mi hijo".

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