Evolución de la identidad de Jane Eyre en su viaje hacia la madurez
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El viaje de Jane Eyre: Una búsqueda de identidad y libertad
Jane Eyre nos presenta la evolución de la personalidad de una mujer desde su niñez hasta la madurez, a través de diversos acontecimientos que se desarrollan en diferentes lugares y paisajes. La novela de Charlotte Brontë desarrolla el Bildungsroman de la protagonista, Jane Eyre, a través de los espacios por los que discurre su vida: Gateshead, Lowood, Thornfield, Marsh End y Ferndean.
La búsqueda de la identidad
Desde el principio, Jane parte con la desventaja de ser huérfana en un entorno familiar hostil. El confinamiento de Jane en la habitación roja provoca un cambio relevante en su personalidad; es el momento en que observa su "otro yo" en el espejo. La niña no se identifica consigo misma y solo ve un ser sobrenatural. A partir de este momento, la máxima pretensión de Jane es encontrar su otro yo, la parte que le permitirá alcanzar su madurez.
La idea de la búsqueda de la identidad se relaciona con el término "Bildungsroman", un relato que aborda el desarrollo de un personaje en su viaje hacia la vida adulta, mostrando su progresiva inserción social y la construcción de su propia conciencia. El Bildungsroman victoriano de esta novela se centra en la lucha por la vida; Jane Eyre se mueve de casa en casa, forjando su identidad en cada etapa.
Tres momentos clave en el Bildungsroman de Jane son:
- Su infancia, marcada por una apariencia de debilidad.
- Su estancia con la familia Rivers.
- Su regreso a Ferndean y su matrimonio con Rochester.
El capítulo XII es crucial, ya que Jane se plantea la búsqueda de su propia vida y toma conciencia de su identidad y libertad, al comprender el valor del trabajo y la posibilidad de ganar dinero.
La realidad femenina del siglo XIX
Charlotte Brontë refleja las realidades femeninas de la sociedad victoriana: confinamiento, orfandad, hambre, rabia, locura... Jane lucha por conseguir la madurez y la libertad que le fueron negadas en su infancia, una etapa que se presenta como una especie de encarcelamiento. La autora refleja estos aspectos a nivel figurativo y psicológico. Bertha, el avatar de Jane, expresa la rabia y la furia reprimida de la protagonista, mostrando la injusticia social hacia la mujer en el siglo XIX.
La identidad de Jane: entre la debilidad y la tentación
La identidad de Jane se debate continuamente entre su temperamento y su vulnerabilidad. A pesar de su fuerza interior, es una mujer confundida que cede a la tentación al volver a buscar a Rochester, encontrándolo ciego y mutilado, pero amándolo aún así y casándose con él. Jane se esfuerza por conquistar un espacio de autonomía y libertad en cada lugar donde busca cobijo y amparo, espacios que pueden convertirse en prisión o momentos de angustia y desolación.
Finalmente, Jane encuentra la independencia y la libertad en su matrimonio con Rochester. La frase final de la novela, "Reader, I married him", representa el triunfo de su espíritu ante la adversidad.
Jane Eyre y el concepto del yo
La identidad de Jane gira en torno a la búsqueda del propio yo. Su personaje se asocia con el del protagonista de Pilgrim's Progress, ya que Jane parece haber abierto los ojos a las realidades femeninas que la rodean: reclusión, orfandad, hambre, furia e incluso locura. Según el crítico Matthew Arnold, Jane Eyre es una obra impregnada de fantasías furiosas de fuga hacia la plenitud. En Pilgrim's Progress, lo importante no son los lugares por los que pasa el peregrino, sino el destino final. El protagonista de esta obra es anónimo, lo que nos lleva a preguntarnos por su identidad. Por el contrario, Jane Eyre rompe con este anonimato al afirmar: "I'm somebody", presentándose como una persona moral y religiosa, con una visión propia de la vida.