Evolución del Lenguaje Literario: De la Retórica al Formalismo

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Evolución del Lenguaje Literario: De la Retórica a las Teorías Formalistas

Lenguaje literario: de la retórica a las aportaciones de las teorías formalistas.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, los estudios literarios estuvieron dominados por el **positivismo**, que establecía los textos literarios como hechos positivos con valor de documentos que remitían, para su sentido, a la propia historia literaria y se interpretaban en relación con la biografía de su autor. Su ambición era evitar el juicio subjetivo del intérprete o crítico y acercar la investigación a los métodos imperantes en las ciencias naturales, ocupadas en la empiricidad demostrable del dato positivo. G. Lanson quería evitar cualquier prejuicio estético y postulaba un método de investigación empírica de las individualidades. El siglo XX se inicia con un profundo cambio que, en las llamadas por W. Dilthey «ciencias del espíritu», supondría la quiebra del positivismo y que, para la teoría literaria, significó la ambición por conseguir un estatuto científico propio. Los **formalistas rusos** fraguan esas inquietudes de renovación metodológica. Pero los formalistas rusos no fueron conocidos en Occidente hasta mucho después. Fue la publicación del fundamental libro de V. Erlich y de las antologías de T. Todorov y de I. Ambroggio las que dieron a conocer este movimiento en EE.UU. y en Europa. Desde entonces, la teoría literaria no sólo ha conseguido un perfil propio, sino que ha crecido notablemente en los ámbitos intelectuales. El siglo XX, por tanto, tiene para la teoría literaria una importancia singular. Previamente al estudio de las diferentes escuelas y movimientos de la teoría literaria, cabe destacar que su perfil es quebrado, ha sufrido vaivenes, recuperaciones de teóricos olvidados que se han reivindicado muy posteriormente. El perfil quebrado y lleno de rupturas de la evolución histórica de la teoría en nuestro siglo obedece, además, al desarrollo de una doble tensión dialéctica. Primeramente, la dialéctica especificidad/universalidad que vienen sufriendo todas las ciencias humanas y que afecta a la legitimidad del propio discurso. Cuando la teoría literaria creyó encontrar seguros asideros en una poética formal, vivió una crisis especialmente cruenta de especialización, que afectó a su terminología. Hoy todos reconocen que la teoría literaria es un campo de estudios necesariamente pluralista y con vocación interdisciplinar.

Hay una segunda tensión dialéctica que ha propinado a la teoría literaria del siglo XX constantes vaivenes: la lucha entre el **esencialismo metafísico** y el **funcionalismo pragmatista**. De lo que se trata, para éstos, es de definir la esencia de eso que es literatura y que una teoría analiza, describe y discrimina. A partir de Husserl, de Freud, de Marx, de Wittgenstein, se consolidó la idea de que el objeto del que se habla no es independiente del sujeto. Los actuales debates en la ciencia teórico-literaria que representan posiciones como las de la «estética de la recepción» o la «teoría empírica de la literatura» veremos que recogen una tradición que se vierte a la teoría literaria de la mano de la fenomenología y de su continuación hermenéutica. Las teorías de Husserl son especialmente importantes para las literarias de este siglo porque han estado en la base tanto del brote formalista-estructuralista. El empeño de Husserl por devolver a la filosofía su carácter de ciencia estricta le llevó a plantear una filosofía libre de supuestos, de prejuicios metafísicos, por lo que acude a una suspensión del juicio o "epoché" como punto de partida.

Los primeros cuarenta años de este siglo vivieron una fuerte conmoción en los estudios literarios. Desde el punto de vista de la creación aparecieron las **vanguardias poéticas**. Sin embargo, los estudios literarios estaban a comienzos de siglo viviendo todavía la continuación depauperada del método histórico-positivo. Los tres movimientos que, por separado, construyen los cimientos de la teoría literaria del siglo XX convergen en un punto fundamental.

El formalismo ruso se crea en San Petersburgo la Sociedad para el estudio del lenguaje poético que reuniría a los miembros del grupo que luego sus detractores llamaron peyorativamente «formalistas rusos». La fuerte crítica de L. Trosky en su Literatura y Revolución, los dos exilios con que acabó la escuela del método formal.

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