La Evolución de la Locura de Don Quijote: Fases, Idealismo y Reconciliación
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Las Tres Fases de la Locura de Don Quijote según Cervantes
Cervantes identifica la evolución de la locura de Don Quijote a través de sus tres salidas, marcando distintas etapas en su idealismo y su confrontación con la realidad.
Fases de la Locura y las Edades Míticas
Primera Salida: Locura Mimética e Idealismo Utópico
Aunque el objetivo de Cervantes es derribar los libros de caballerías, Don Quijote se encuentra en la fase inicial de la locura mimética de la ley de caballería. Está lleno de ideales utópicos que chocan frontalmente con la realidad. (Edades de Oro y Plata).
Segunda Salida: La Razón de la Sinrazón
La locura de Don Quijote adquiere sus propias razones: “la razón de la sinrazón”, por lo que la distancia entre los locos y los cuerdos no es tan grande. Don Quijote toma distancia de sus modelos caballerescos de la primera salida y adquiere criterios propios. El resto de los personajes contribuyen a la función reparadora de los valores de la sociedad que están anclados en el Quijote. (Edad Heroica y de Bronce).
Tercera Salida: Etapa Cognitiva y Reparadora
La locura de Alonso Quijano entra en una etapa cognitiva y reparadora. Los fenómenos que le suceden ya no le engañan. En Cataluña, la realidad sale poco a poco a su paso hasta la aceptación y la reconciliación con ella. (Edad de Bronce, que acaba de nuevo en la de Hierro, como empezó su andadura, para abocar en la muerte).
El Clímax del Idealismo Quijotesco y la Vuelta a la Realidad
Las acciones de Don Quijote son un acto de fe y de esperanza en la realización de sus ideales. Para ello sufre, en su edad heroica, palos para sobrevivir. Actos que culminan en Sierra Morena, donde su vida es elevada a categoría de arte. Este es el clímax del idealismo quijotesco.
De aquí, se sumerge en el inconsciente para averiguar la realidad y ponerlo todo en duda (la Cueva de Montesinos). En Barcelona le llega la hora de la verdad. La locura es necesaria para romper la realidad y acometer actos con un código altruista.
El enfrentamiento con los hechos cotidianos es necesario para devolver la cruda realidad a la vida de Don Quijote y volver a ser Alonso Quijano:
“Oh espantosa visión por quien cayó su ventura al ver en los ojos del caballero de la Blanca Luna los de Sansón Carrasco.”
Es la hora de la reconciliación consigo mismo. Es la hora de la cordura:
“Ya no soy Don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje.”
La Misión Imposible y la Transformación Interna
El caballero no triunfa en su misión restauradora de los ideales y propósitos altruistas, ya que Don Quijote acaba vencido por sus propios delirios. Cervantes crea, con las diversas acciones del protagonista, una misión imposible, puesto que es una utopía basada en el retorno a los valores del pasado, con el consecuente peligro que supone permanecer en el inmovilismo social.
Esta misión solo podía haber sido puesta en marcha por la locura, ya que rompe con todo y hace que nazca un nuevo hombre. Cervantes cree en la justicia social, pero la realidad siempre está presente y no se puede obviar. Luchar por buenas causas es un ejercicio que debe estar en nuestro interior y para ello debemos empezar por nosotros mismos. En consecuencia, la “restauración” solamente es posible hacia el interior de cada persona.
El Amor y la Verdad como Pilares del Cambio
El concepto que se mantiene puro y verdadero es el amor: tanto el que idealiza a Dulcinea en la cima de Sierra Morena como el que la descubre como una vulgar campesina en la Cueva de Montesinos.
Cervantes nos da a entender que solo con la verdad es capaz Don Quijote de “restaurarse”, de conocerse a sí mismo y librar la batalla con uno mismo para cambiar hacia un mundo mejor.
En definitiva, Don Quijote es un personaje que aspira a transformar su época y mejorarla a través de su propia visión interior. Él cree que es el enviado y encargado de esta tarea, y su imperativo ético lo lleva a buscar una acción transformadora y reparadora. Cervantes utiliza la figura de Don Quijote para expresar la idea de que el cambio real en la sociedad solo puede ocurrir si los individuos cambian desde adentro, si se transforman internamente. Esta idea se refleja en la cita del propio Don Quijote:
"Has de saber que yo nací, por querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro para resucitar en ella la de oro, o la dorada, como suele llamarse".
En resumen, Cervantes sugiere que el cambio social comienza con un cambio interno en cada individuo.