Evolución de la Moda en la Edad Media: Del Siglo XII al XV
Clasificado en Plástica y Educación Artística
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Siglo XII: El Reinado de la Seda y la Sencillez
Durante el reinado de Leonor de Aquitania, la seda se convirtió en un símbolo de estatus en las cortes francesas. Los colores predominantes eran el azul, gris, borgoña y tonos tierra, adornados con costosos hilos metálicos. Las mangas del brial, ceñidas del hombro al codo y ensanchadas hacia la muñeca, se arrastraban por el suelo como colas, incluso se les hacían nudos.
En contraste, el pueblo llano vestía versiones más simples y prácticas, con tejidos más bastos y colores vivos. El mandil o delantal era una prenda esencial, que también se usaba como saco para transportar objetos. Los más pobres, por necesidad, llevaban solo bragas y camisa para trabajar en el campo. Los eruditos y profesionales, por su parte, optaban por ropajes largos y austeros. Clérigos y monjes mantenían los estilos tradicionales, aunque con telas de mayor calidad.
Siglo XIII: Volumen y Tocados Complejos
En el siglo XIII, la vestimenta de ambos sexos ganó volumen y experimentó cambios significativos. Los tocados se volvieron más elaborados: los hombres usaban pequeños bonetes, cofias o turbantes, mientras que las mujeres llevaban tocas con barboquejo, diademas o redecillas. El peyote, inicialmente una prenda exterior, se convirtió en una pieza básica del guardarropa de hombres y mujeres. Las mangas se ajustaban del antebrazo a la muñeca y se ampliaban del codo a la sisa.
Finales del Siglo XIV: Hacia una Moda más Ceñida
Hacia 1375, la cotardía comenzó a incorporar cuello. Uno de los mayores avances del siglo XIV fue la introducción de prendas cortadas en curva, que se ajustaban al contorno del cuerpo, dejando atrás las prendas sin forma y drapeadas. Esta confección a medida impulsó el concepto de moda. El comercio internacional trajo consigo nuevos tejidos, prendas y complementos, acelerando los cambios en los estilos y fomentando el intercambio de ideas.
Los bajos de las prendas se adornaban con bordes recortados, dentados o almendrados. A mediados del siglo XIV, se consolidó la moda masculina, con el jupón como prenda distintiva. Inicialmente, se usaba como una túnica acolchada en la parte delantera para ensanchar el tórax. En esta época, también apareció un elemento muy atrevido: el escote, que dejaba al descubierto parte del pecho.