Evolución de la Novela Española: Del 98 a la Generación del 14

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La novela en España hasta 1939

La novela de la Generación del 98

En 1902 se publican en España cuatro novelas que coinciden en el rechazo del realismo característico de la novela del siglo XIX. Sus títulos son: Amor y pedagogía, de Unamuno; Camino de perfección, de Baroja; La voluntad, de Azorín y Sonata de otoño, de Valle-Inclán. Cuatro autores cuyas obras tienen en común los siguientes rasgos:

  • La denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia…
  • El pesimismo ante la situación histórica (el Desastre colonial de 1898) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
  • La influencia de la filosofía europea del momento: los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido).
  • La preocupación por España, por la búsqueda de las raíces del “alma española”, que encuentran, sobre todo, en Castilla: sus paisajes y sus gentes.
  • La renovación del estilo, mediante el subjetivismo o antirrealismo: no se pretende, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior. Y la novela se concibe como un género en el que tienen cabida la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Más que novela es “nivola”, según la denomina Unamuno).

Miguel de Unamuno

Unamuno se sirvió de la novela para dejar testimonio de su intimidad, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia.

En 1914 publica Unamuno la que, sin duda, es su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción.

Destaca también San Manuel Bueno, mártir, que narra la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

Ramón María del Valle-Inclán

Dos estilos definen la obra de Valle-Inclán: modernismo y esperpento.

Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro Sonatas, una por cada estación del año, supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental". De esta primera época también es la trilogía de La guerra carlista, que narran episodios de la última guerra carlista de España.

Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, Tirano Banderas, que narra la caída de un despótico dictador sudamericano. Por último, las tres novelas del Ruedo ibérico reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

Azorín

En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplos de novela impresionista son La voluntad o Antonio Azorín (de este personaje toma su pseudónimo como escritor).

Pío Baroja

Las novelas de este prolífico escritor vasco se caracterizan por los siguientes rasgos:

  • Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad-.
  • Acción y diálogos abundantes.
  • Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones.
  • Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos.

Su producción narrativa se suele organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. La trilogía más conocida es “La lucha por la vida” (que incluye las novelas: La busca, Mala hierba, Aurora roja). El árbol de la ciencia, protagonizada por Andrés Hurtado, está incluida en su trilogía denominada “La raza”.

La novela novecentista (Generación del 14)

Destacamos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas. Y entre ellos los principales son Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores.

Gabriel Miró

Destaca su obra El obispo leproso (1926), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar.

Ramón Pérez de Ayala

Lo importante de estas novelas no es la trama sino las reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas...) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista), como en Tigre Juan y El curandero de su honra (1926).

Ramón Gómez de la Serna

La base de su producción literaria es la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: "Humorismo + Metáfora = Greguería". Su novela más destacada: El doctor inverosímil (1921) narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.

La novela hacia 1927

En los mismos años en los que llega a su auge la generación poética de Lorca y Alberti están comenzando a publicar sus novelas un grupo de escritores que tienen en común que, a la conclusión de la Guerra Civil, se verán obligados a exiliarse de España: Arturo Barea y Ramón J. Sender son dos de los más destacados. Comienzan escribiendo una novela en la línea del “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset, pero evolucionan hacia planteamientos de compromiso social tras la guerra que arrasa España entre 1936 y 1939, y tras la dictadura posterior.

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