Evolución de la novela española de posguerra: Del existencialismo al realismo social

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Años 40: Novela existencial y tremendismo

Los principales condicionantes de que la producción literaria se hiciera comprometida fueron:

  1. Fuerte censura externa y autocensura.
  2. Desconocimiento de los novelistas jóvenes de muchos de los autores españoles y extranjeros, prohibidos por el Régimen, lo que supuso la ruptura con la narrativa anterior.
  3. Esa ruptura se agudiza por la muerte de Unamuno, Valle-Inclán o Lorca, el agotamiento creador de Baroja o Azorín y el exilio de jóvenes valiosos como Sender.

El pesimismo se refleja en las obras con la pobreza y las duras condiciones de vida que imperan en la sociedad. Pero la censura no permite una crítica directa, así que se traspone el malestar a la esfera de lo personal y existencial, tratando temas como la soledad, la muerte (universales del sentimiento)… pero sin explicitar el lugar, los personajes, la época… Algunos se centran en los aspectos desagradables de la realidad y presentan el medio social como condicionante (tremendismo).

Los temas predominantes son: pesimismo, amargura, angustiada concepción de la existencia humana, desconfianza en el género humano. En cuanto al estilo, impera la técnica realista y la ausencia de innovaciones formales. Obras que marcan la entrada de la novela existencialista: Nada, de Carmen Laforet (1945) y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes (1947) y el ejemplo de novela tremendista La familia de Pascual Duarte (1942).

Años 50: Realismo social

Se produce un relajamiento de la represión política y de la censura gracias a factores como la normalización del turismo internacional o el inicio del desarrollo industrial. En las novelas se presenta una visión desoladora de la realidad contemporánea como base a su crítica, ya más directa.

Técnicas narrativas:

  1. El autor es un simple observador, utiliza una técnica cinematográfica llamada conductismo.
  2. El protagonista suele ser un personaje colectivo.
  3. Los diálogos tienen más importancia que la acción.
  4. La estructura es sencilla: narración lineal con descripciones imprescindibles.

Camilo José Cela será el autor que inicie este movimiento con su obra La colmena. Los novelistas de la generación del medio siglo, generación del 50 comparten rasgos:

  1. Padecen las consecuencias de la posguerra.
  2. Contactan con las corrientes literarias extranjeras y sufren el influjo de las técnicas cinematográficas.
  3. Defienden la literatura comprometida como instrumento de transformación.
  4. Cultivan el realismo social con distintas tendencias como el conductismo o realismo social objetivo. Se basa en la observación directa del comportamiento humano sin aportar soluciones políticas a los problemas planteados. La obra más representativa es El Jarama (1955).

Años 60: Novela experimental

El descuido formal y la comprobación de que la literatura no transforma la realidad social, provocan, en torno a 1960, el agotamiento del realismo social. A partir de este momento asistimos a la renovación de las técnicas narrativas:

  1. Pérdida de la importancia del argumento: es una excusa para introducir temas de forma inconexa. Aparece lo simbólico, lo onírico, lo irracional.
  2. Influencia de autores hispanoamericanos: Vargas Llosa, Cortázar…
  3. Los personajes aparecen desestructurados anímicamente debido a la lucha interior.
  4. La estructura externa de la novela sufre modificaciones.
  5. En el tratamiento temporal aparecen saltos atrás y mezcla de secuencias. Tampoco existe relación entre el tiempo cronológico de la acción y el que se dedica a narrarla.
  6. Los tipos de discurso empleados sufren modificaciones: la descripción adquiere un gran valor, la narración se fragmenta, al desaparecer el narrador omnisciente se mezclan 1ª, 2ª y 3ª personas, el diálogo es menos frecuente y aparece el monólogo interior que trae consigo el desorden en la lógica.
  7. El lenguaje literario sufre una renovación ya que aparecen distintos tipos de letras, esquemas… El léxico se enriquece al utilizar un lenguaje propio de la poesía, cultismos, coloquialismos.

Los autores destacados son Delibes, Benet, Cela, Marsé… y las obras más representativas son San Camilo, 1936 de Cela, Volverás a Región de Benet, Cinco horas con Mario de Delibes.

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