La evolución de la novela española en el siglo XX
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El siglo XX se inicia en España con un movimiento de renovación cultural y artística que se opuso tanto al Realismo como al Naturalismo: la Generación de 1898 (Unamuno, Azorín, Valle-Inclán, Baroja).
Esta renovación alcanza muy particularmente al relato novelístico, al que impulsa a ensayar nuevas fórmulas. Así,
- propicia el desarrollo de una novela de corte psicológico y de una novela lírica en la que predomina la expresión de la subjetividad;
- los escritores de este periodo muestran un escaso interés hacia el relato tradicional de acontecimientos según un orden cronológico. La ruptura de éste se logra mediante una gran variedad de procedimientos estructurales y estilísticos más o menos innovadores:
- multiplicación de puntos de vista,
- digresiones intelectualistas,
- preciosismo lingüístico que viene a revelar al narrador en detrimento del mundo narrado,
- simbolismo.
- Esta línea renovadora la prolongarán los escritores del 14 (o Novecentistas) –muy especialmente Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna-, que no dejarán de buscar un punto de equilibrio entre el realismo y el experimentalismo aislador. El resultado es la creación de un corpus novelístico que conjuga el acceso a un público potencialmente amplio con una exigencia de valoración estética.
El clima cultural en el que surge la joven novelística del 27 se caracteriza, pues, por una actitud antirrealista y por un decidido afán experimental. Esta nueva narrativa se congregó en la serie “Nova Novorum” de la Revista de Occidente. Allí se fragua un tipo de relato que incorpora a la narración
- el estilo metafórico propio de la poesía,
- el fragmentarismo en boga en las artes plásticas y
- la visión dinámica aprendida en el cine.
Se trata, por tanto, de una novela
- en la que la narración se libera de la dependencia de la historia,
- que rompe con la disposición lineal del tiempo, y
- que abre un amplio espacio para el distanciamiento irónico o humorístico.
Pese al altísimo nivel de la narrativa del 27, la crítica ha ignorado, cuando no despreciado, la importancia de este relevante grupo de narradores que sintoniza perfectamente con las modernas tendencias europeas de la época.
Hacia una novela social
Entre finales de la década de los 20 y 1935 surge una nueva generación de escritores que, opuesta al arte deshumanizado, cultiva una novela realista y de finalidad social. Esta nueva generación se propone una manifiesta rehabilitación de lo humano, del valor testimonial y de la trascendencia moral y política de la literatura. Figura clave en esta evolución de la novela es José Díaz Fernández. Junto a él, son considerados precursores de la narrativa comprometida Joaquín Arderíus, Ramón J. Sender y César Arconada, entre otros.