Evolución de la obra de Miguel Hernández
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 2,37 KB
En la obra literaria de Miguel Hernández se pueden apreciar varias etapas:
- Poesía pura, a la que pertenecen Perito en lunas y otras composiciones neogongorinas.
- Poesía neorromántica, representada por El rayo que no cesa.
- Literatura de urgencia: poesía de guerra, a la que pertenecen Viento del pueblo y El hombre acecha.
- La exploración interior, representada por Cancionero y romancero de ausencias.
Etapa de poesía pura
En su etapa de aprendizaje, en Orihuela, Miguel Hernández lee y absorbe en su poesía a Virgilio, Garcilaso, Fray Luis de León y a Quevedo, entre otros.
A partir de 1927, cuando el poeta oriolano entra en contacto con Góngora, asumirá la metáfora pura gongorina como el paradigma del hermetismo del lenguaje poético de la “poesía pura”. El nexo común que da unidad al libro es la metáfora luna. Todos los objetos son descritos por sus recónditas formas lunares, es decir, por su parecido con la luna y las fases lunares. Formado por cuarenta y dos octavas reales, los poemas de Perito en lunas son una sucesión de acertijos poéticos que supone uno de los exponentes más originales de la poesía pura.
Etapa de poesía neorromántica o de madurez
En el período que abarca los años 1933 y 1934 destaca la cosmovisión de signo neocatólico. Pero en esta fase se superponen, de un lado, la práctica neogongorina anterior, y, de otro, los comienzos de la lírica amorosa. Después de Perito en lunas, Hernández compuso El silbo vulnerado, un poemario que se convertiría en la serie de sonetos "Imagen de tu huella". Cuando Hernández concibe El rayo que no cesa, vive una crisis amorosa y personal. El poeta abandona ya el influjo religioso y clasicista de Sijé, así como el de la “poesía pura”, y sigue la estela de Pablo Neruda y Vicente Aleixandre. La poética neorromántica de El rayo que no cesa se manifiesta a través de la lírica de la angustia, sangre y del grito. En 1935, a la vez que componía El rayo que no cesa, Miguel Hernández avanza hacia la poesía impura, de órbita nerudiana, en una serie de poemas que deben considerarse fundamentales en la evolución de su poesía. Es un grupo de poemas que tiene una extensión considerable, llegando algunos a superar los cien versos.