Evolución del Pensamiento sobre la Justicia y la Libertad Humana

Clasificado en Filosofía y ética

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Desarrollo Histórico del Concepto de Justicia

La comprensión de la justicia ha variado significativamente a lo largo de las diferentes sociedades. Podemos identificar cinco etapas principales en su evolución:

1. Indignación

En sus orígenes, la justicia se manifestaba como un sentimiento: la indignación. Surgía como una reacción ante situaciones percibidas como inmerecidas, ante las cuales se exclamaba “no hay derecho”, y frente a las cuales no existía una vía de acción clara.

2. Venganza

Esta etapa se caracteriza por la acción de “tomarse la justicia por su mano”, devolviendo el mal recibido con otro de igual o mayor magnitud. Es la encarnación de la ley del Talión: “ojo por ojo”. El principal problema de esta fase es la falta de equilibrio, derivando en venganzas desproporcionadas.

3. Autoridad

La autoridad emerge como la entidad responsable de impartir justicia entre las partes. Se requiere que sea imparcial y posea el poder necesario para imponer sanciones. Sin embargo, el riesgo inherente a esta etapa es la tentación de abusar de la autoridad para obtener beneficios personales, lo que conduce a la corrupción.

4. Justicia Divina

Esta forma de justicia busca legitimar y, a la vez, vigilar a la autoridad. En este modelo, la autoridad juzga en nombre de una entidad divina.

5. Racionalidad

Con la llegada de la Ilustración, la sociedad inició un proceso de racionalización, volviéndose más tolerante. Se comenzó a exigir que el propio poder se sometiera a normas, y que la justicia fuera objetiva e igualitaria para todos los ciudadanos.

La Acción Humana y el Debate sobre la Libertad

El ser humano es un ser eminentemente práctico, que vive y actúa en el mundo. A diferencia de los animales, que actúan por instinto, el hombre posee razón, lo que le confiere libertad y responsabilidad. Como afirmó Kant, la ética se fundamenta en lo posible a través de la libertad.

Sin embargo, surge una cuestión fundamental: ¿somos realmente libres para actuar y elegir el curso de nuestras vidas, o estamos determinados por circunstancias que nos obligan a vivir de una manera específica? Este es el núcleo del debate entre libertad y determinismo.

El Determinismo

El determinismo sostiene que las acciones y la vida de una persona son el producto de circunstancias ajenas a su voluntad. Busca la causa de los acontecimientos, considerando que nuestra existencia es el efecto de dichas causas. Históricamente, el determinismo se asoció al concepto de destino (fatum): aquello que está predestinado a suceder, inexorablemente. A partir del siglo XVIII, con el auge de la ciencia y el mecanicismo, el determinismo se vinculó a la idea de que todo en la naturaleza, incluido el ser humano, está sujeto a leyes causales. Para los deterministas, los genes o el ambiente social son los principales responsables de las acciones individuales.

El Existencialismo

En contraposición, el existencialismo postula que el ser humano es intrínsecamente libre y que traza su propia vida según sus deseos. La libertad es un concepto central e ineludible: como afirmó Jean-Paul Sartre, “el hombre está condenado a ser libre”. Cada individuo tiene la capacidad de decidir en cada momento qué hacer con su vida, concibiéndola como una tarea en constante construcción. Esta libertad conlleva una profunda responsabilidad.

José Ortega y Gasset expresó esta idea al afirmar: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a esta, no me salvo yo”. Si bien no elegimos el mundo en el que nacemos ni las circunstancias iniciales de nuestra vida, sí tenemos la capacidad de reaccionar y dar forma a nuestra existencia a través de nuestras elecciones y acciones.

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