Evolución de la poesía española de posguerra

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La poesía de posguerra evoluciona desde la angustia existencial de los años 40 nuevas líneas de experimentación poética propias de la última etapa, en los años 70. La poesía de estos años se ve condicionada por la muerte o exilio de los poetas y por la censura y represión del régimen. Reciben la influencia de Miguel Hernández, poeta perteneciente a la Generación del 27.

Poesía existencial (años 40)

La poesía existencial (años 40) está dividida en dos tendencias. La primera es la poesía arraigada, que destaca por una visión positiva del mundo, a pesar de la miseria y la muerte de la posguerra, y cree que mediante el amor y la fe el ser humano será capaz de sobreponerse a las dificultades. Dos grupos con características determinadas son los más influyentes; el Grupo Rosales (cuyos representantes son Luis Rosales y Leopoldo Panero, destaca por un estilo sencillo y los temas tratados son los propios de la vida cotidiana) y el Grupo Garcilasista (cuyo máximo exponente es José García Nieto, destaca por la evasión y el corte clásico y por un estilo que imita a los autores clásicos).

Poesía Desarraigada

La segunda tendencia es la Poesía Desarraigada, la cual se inicia con la obra Hijos de la ira de Dámaso Alonso, en 1944; supone una ruptura tanto con la forma como con la temática de la arraigada. En esta poesía el poeta no tiene una visión positiva, sino que se enfrenta con la realidad y grita desesperadamente contra todo lo que le rodea. Es un existencialismo comprometido que deriva en la poesía social de los años 50. Los temas que trata son los relacionados con la religiosidad y en el estilo el contenido prima sobre la forma. Las principales obras son Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia de Blas de Otero, autor más destacado de este periodo.

Poesía social (años 50)

La poesía social (años 50) evidencia un retorno al realismo social. Trata de describir la realidad del país y denunciar los males. Se entenderá la poesía como un vehículo de comunicación para llegar a la inmensa mayoría, por eso intentan despertar la conciencia de los individuos ante la distancia entre ricos y pobres de la sociedad. Las obras a destacar son Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos íberos, de Gabriel Celaya. Los temas que trata son la solidaridad y la situación de España y en el estilo se produce un predominio de contenido sobre forma.

Poesía experimental (años 60)

La poesía experimental (años 60) produce una superación del realismo social y se centrará en nuevas formas y temas de poesía. Destacan autores como Juan Goytisolo, Jaime Gil de Biedma José Manuel Caballero Bonald y José Ángel Valente. La poesía se convierte en un vehículo de autoconocimiento, donde predomina el tono intimista y autobiográfico. El tema más destacado es la preocupación por el ser humano, en el que entroncan nuevamente con la poesía existencial de los años 40. En el estilo, la forma predomina sobre el contenido y los temas más frecuentes serán de tono intimista y autobiográfico, como el paso del tiempo.

Poesía actual

A partir de la muerte de Franco, hablamos de Poesía actual. Esta poesía varía por décadas, pues en la década de los setenta encontramos a los novísimos, llamados así porque toman elementos innovadores y experimentales de las vanguardistas; realizan una renovación de la poesía. Destacan los poetas Pere Gimferrer, Leopoldo Panero y Guillermo Carnero. En los ochenta nace la poesía de la experiencia, que destaca por la vuelta a la poesía de los cincuenta, a la poesía de la experiencia personal o autobiográfica, con Andrés Trapiello. Y actualmente encontramos diversas de tendencias sin predominio de unas sobre otras: la poesía minimalista la clasicista, la neosurrealista, y la poesía de la diferencia.

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