Evolución Poética de la Generación del 27: Etapas e Influencias

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Evolución Poética de la Generación del 27

Primera Etapa: Hasta 1927

Hasta 1927, aproximadamente, es una época de tanteos iniciales, en la que es evidente la influencia de Bécquer y algunos restos posmodernistas. Pronto reciben la influencia de las vanguardias y de Juan Ramón Jiménez, lo que les lleva hacia la poesía pura, en un deseo de depurar el poema de la anécdota humana, de renunciar a todo tipo de emoción que no sea la puramente estética, nacida de la perfección formal. El gran instrumento para conseguir este arte puro es la metáfora, que cultivan de modo atrevido y deslumbrante. Al mismo tiempo, su deseo de perfección formal motiva su primer acercamiento a los clásicos, lo que provoca el cultivo de formas estróficas tradicionales y sobre todo la admiración por Góngora.

Segunda Etapa: De 1927 a la Guerra Civil

De 1927 a la Guerra Civil, se inicia un proceso de rehumanización de la lírica, que coincide con la irrupción del Surrealismo, movimiento que señalaba una dirección totalmente opuesta a la poesía pura. A partir de ahora cobrarán especial relevancia los eternos sentimientos del hombre: el amor, el ansia de plenitud y las frustraciones, la inquietud ante los problemas existenciales, etc. Es una época de poesía trascendente, humana y apasionada. Y junto a estos temas aparecen también los aspectos sociales y políticos.

Tercera Etapa: Después de la Guerra Civil

Después de la Guerra Civil, Lorca ha muerto y casi todos los demás inician un largo exilio. Cada uno de los miembros del grupo poético del 27 sigue su propio rumbo poético, pero ninguno abandonará ya los caminos de una poesía cada vez más humana. En el exilio, la nota dominante será la nostalgia de una patria perdida, el desarraigo.

Influencias y Modelos en el Grupo Poético del 27

Encontramos una amplia variedad de influencias y modelos, tanto tradicionales como innovadores. Conocen la poesía europea del momento, sobre todo el vanguardismo, aunque a estos autores no les gustan las estridencias. Su amor por la literatura clásica fue inmenso: admiraban a Góngora, Manrique, Garcilaso, Quevedo, Lope de Vega… Y de los autores inmediatamente anteriores a ellos se inspiraban en Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna, Unamuno, los hermanos Machado, Rubén Darío y Bécquer. Con esta formación, en su obra alternan tanto la estética culta como la profunda admiración por las formas populares de romances y canciones. Y es sorprendente ver cómo su conocimiento de la literatura clásica y su respeto por la tradición se combinan perfectamente con su inmensa labor de renovación poética.

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